A pedazos
Señor director:
Según las autoridades dominicanas y organismos internacionales, la República Dominicana tendrá en el 2016 un crecimiento del 6,5 por ciento, el más elevado de la región que sufrirá una contracción del 0,9 por ciento.
Todo eso ocurre mientras las autoridades cada día buscan mayores recursos para cubrir los gastos oficiales, la enorme burocracia estatal, el pago de subsidios a sectores como el eléctrico, a las empresas de zonas francas, y otros.
Todas las semanas los dominicanos esperan con ansiedad los anuncios de las variaciones en los precios de los combustibles, que casi siempre aumentan y cuando son rebajados muchas veces no sobrepasan un peso por galón.
Para muchos dominicanos los beneficios del crecimiento de la economía son una fábula muy difícil de creer, debido que los beneficios de esa bonanza no se ven por ningún lado, y muy por el contrario, el Gobierno sigue endeudándose cada día más.
Al Gobierno todo le sale bien, pues, hasta medios informativos se han olvidado de darle seguimiento a los precios de los artículos de primera necesidad o de consumo diario, como el chocolate, que está a diez pesos la tableta.
El problema no es sólo de aumento de precios, sino en muchos casos de escasez, como ocurre con el azúcar parda o crema que no aparece muchos lugares, sin que las autoridades den una explicación o busquen una solución a ese pequeño inconveniente.
Y encima de eso el azúcar refinado, que es mucho más cara se vende controlada por el comercio que exige una compra de otros artículos por un monto establecido para vender dos libras de azúcar. Es decir, si usted me gasta 500 pesos yo le vendo el azúcar que usted necesita.
Ni el Gobierno ni los medios informativos están para dedicar su tiempo a tales pequeñeces. “El que no tenga dinero para comprar el azúcar más cara, que no la use”, dirían algunos.
Me parece que la muy cacareada bonanza que celebra el Gobierno y sus funcionarios, es mucha espuma y poco chocolate, porque sólo existe en los periódicos. El pobre y el ciudadano común y corriente no la palpa por ningún lado, pero sí los funcionarios con elevados sueldos, viáticos, gastos de representación pagados, ven esa bonanza. Mientras tanto el país se cae a pedazos.
Atentamente,
Ingeniero
Rafael Nina Brito
San Cristóbal