Editorial

 Castaño oscuro

 Castaño oscuro

La crisis o impasse en la Junta Central Electoral (JCE) por el pedido de sustitución del director  del Departamento de Cómputos, lleva  ya 117 días sin que los partidos Revolucionario (PRD) y de la Liberación (PLD) encuentren alguna fórmula de avenencia que garantice sosiego y seguridad de que las elecciones del 20 de mayo serán libres, transparentes y concurridas.

A menos de cinco meses  del día de votaciones, esa confrontación  puede convertirse en atasco insalvable, por lo que se requiere que  ambos partidos mayoritarios promuevan diálogo sincero basado en la expresa  voluntad política de resolver  el problema cuanto antes.

La verdad es que de tal desavenencia la opinión pública apenas  ha sido informada del reclamo que ha hecho el PRD para que el director de Informática de la JCE renuncie, sea cesanteado o trasladado,  a lo que se opone el presidente de la Junta, doctor Roberto Rosario, bajo el criterio de que no se ofrecen pruebas o evidencias que comprometan  a ese funcionario en  actos reñidos con la ley o la ética.

El doctor Eddy Olivares, juez  de la JCE, ha  advertido que si el funcionario citado no  es removido del cargo, las elecciones de mayo quedarían afectadas por  una crisis de credibilidad,  criterio rechazado por la dirección del PLD.

La mediación de monseñor Agripino Núñez Collado no ha  tenido efectos positivos a causa de las  posiciones  de cierre a banda mantenida por  las comisiones perredeísta y peledeísta que tampoco han vuelto a reunirse desde  el último fracaso.

Lo menos que merece la sociedad dominicana es que  el liderazgo político, embriagado de insensatez, provoque una crisis electoral de  consecuencia insospechada por no  poder o no querer resolver lo que  en principio se presenta como tormenta en vaso de agua.

Sin pretender comparar  el conflicto latente en la JCE con la crisis electoral de 1994 que  degeneró en mayúscula crisis política e institucional, es menester advertir que por los caminos  divergentes que transitan  las dirigencias del PLD y PRD se llega sólo al precipicio, por lo que urge un retorno inmediato a la mesa  dialogante  con la  voluntad compartida de  identificar una solución definitiva.

A 117 días de  esa crisis que estalló  el 26 de septiembre de 2011, la población exige y espera merecer que la partidocracia despeje dudas y temores en torno a la organización, montaje y celebración de las  elecciones presidenciales programadas para el 20 de mayo, que es como decir que se garantice respeto a la voluntad popular.

El Nacional

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