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Pasado el tiempo me he detenido a pensar en los vaivenes de nuestra dolida región Latinoamericana y Caribeña. Y he encontrado que a pesar de los tiempos aún siguen abiertas las venas de Galeano. Y ello, nos mueve a reflexionar sobre aun ¿qué hacer? del sabio estratega ruso, el gran Lenin, para superar las secuelas de más de cien lustros de explotación y barbarie.
Y he aquí, me percato que hay dos denominadores comunes en la ruta del dolor criollo americano.
El primero es la sustitución del poder imperial por la bota de la oligarquía nacional que se ha erigido en sustituta de aquel parto de dolores, no para transformar las nacientes Repúblicas, sino para subyugarlas y dominarlas. Y, el segundo común denominador es un sistema electoral y de partido político altamente nocivo al buen desempeño democrático.
Viciado y cimentado en el dinero convirtiéndolo en un falso modelo, y en un vulgar negocio para los que medran en el poder con los malsanos propósitos de acumular y acumular fortunas. Ignorando el pasaje del genio militar de Alejandro Magno, rey macedonio y mayor conquistador de la humanidad, cuando al partir pidió: citamos.
“Deseo que los más ilustres médicos me transporten para demostraros que ante la muerte no poseen el poder de curar.
Quiero que los bienes conquistados durante mi larga vida sean depositados en el suelo para mostraros que los bienes materiales aquí permanecen.
Exijo que mis manos se balanceen al viento, para enseñaros que venimos a este mundo con las manos vacías y partimos de él con las manos vacías”.
Ahora, cavilando, pasado el tiempo que a pesar de su alcance no ha podido curar nuestras heridas, que nos indican que vivimos en una humanidad donde más de mil millones padecen hambre y no menos de 400 millones viven en la miseria extrema. Con una región con más de 200 millones de pobres y 70 millones que no viven, sino que agonizan en los suburbios, cañadas y puentes.
Me pregunto, estamos obligados a seguir así, o podemos dar un giro para aliviar la vida de aquellos que sufren bajo el espanto del dolor. Y he aquí, donde nos toca pensar y tomar decisiones sobre nuestro mal modelo electoral y el sistema de partido político. Lo que es aplicable a todos los países de la región atendiendo a las características y particularidades de cada lugar.
Para tal efecto proponemos que: El sistema de partido debe estar constituido por instituciones políticas comprometidas con el desarrollo nacional y la mejoría de las condiciones de vida material y espiritual de los pueblos que los sustentan; en este caso particular del pueblo dominicano.
Por: José Manuel Castillo
embajadorcastillo@gmail.com>