Carta de los Lectores

Código de Trabajo

Código de Trabajo

La esencia de la reforma al Código de Trabajo debe ser la protección de los asalariados. Sería un fracaso que un solo trabajador salga perjudicado con  la modernización de esa pieza. La cesantía no se debe tocar.

Podría haber sorpresas en el momento de conocer la pieza, tomando  en cuenta que el pleno es soberano.

Uno de los grandes anhelos de los trabajadores es tener un código de trabajo que sea protector y efectivo.

El que vende su fuerza muscular o llega a acuerdos sobre la producción intelectual, tiene pocas garantías  de trato justo en el país. Casi siempre se le violan sus derechos y el código actual no se cumple en su totalidad.

Por ello, la principal garantía de una reforma es que no se toque lo relativo a la cesantía y otros acápites que van  en beneficio de los trabajadores.

Los empresarios todavía tienen puntos encontrados en lo que se refiere a la cesantía, la cual, de ser por los patronos, ya estaría eliminada. Penalizar las violaciones del horario y del salario mínimo, debe ser una implementación obligatoria.

Por tradición, en el Congreso se da más apoyo a la parte patronal que a los trabajadores, por lo que esperamos con mucho interés todo lo relativo al Código de Trabajo.

Si es por las declaraciones de los senadores, habrá reformas a favor de los trabajadores, sin perjudicar a los empresarios, y ello es un paso positivo. Se buscó consenso con el código y se logró a medias.

El punto de discordia es la cesantía, una de las principales conquistas de los trabajadores que se debe mantener. Pueden los empresarios condicionar la aprobación de una  cesantía que no es tal, sino instaurar la falta de protección de los asalariados. La garantía del desarrollo del empresario, es la dedicación y alegría de sus trabajadores.

Hay que dar un voto de reconocimiento a las centrales  sindicales que han tomado una clara línea de defensa de los trabajadores, sin abandonar el diálogo, y sin caer en los entuertos político-partidistas.

Con el paso de los años, las centrales sindicales dejaron de ser apéndice de partidos políticos, para convertirse en economicistas, o sea defendiendo la suerte de los trabajadores. Ese es un buen paso para poder negociar con los empresarios.

No es que se rechace la parte político-partidaria de las centrales sindicales, sino que ahora hay otros aires, nuevas luchas, otras interpretaciones, y sobre todo que para defender a los trabajadores no se  necesita el tremendismo, sino el diálogo.

Manuel Hernández Villeta

Fernando Suero

Periodista, catedrático universitario, máster en periodismo digital y de datos; articulista de opinión.