Espíritu burlón
El presidente Donald Trump es lo que se conoce como un espíritu burlón. La secuencia de los acontecimientos indica que están equivocados quienes atribuían sus disparatadas opiniones a su supuesta incapacidad para lidiar con el entorno internacional. De buenas a primeras se le ocurre ofertar a Dinamarca la compra de Groenlandia, con Puerto Rico incluido en las negociaciones.
Se sabe que después del huracán María ha tenido mil y un conflictos con los boricuas, de quienes vuelve a burlarse. Dando a entender a la comunidad internacional -no solo a los ecologistas- que le importa un comino el medioambiente plantea bombardear los huracanes.
Los científicos han reaccionado alarmados con mil y una explicaciones sobre lo nefasto que sería para el planeta detener el curso de los fenómenos con la utilización de armas nucleares.
Y como si todo fuera poco en la cumbre del G7 que se acaba de celebrar en Biarritz, Francia, declaró que le gustaría que la próxima reunión se celebre en uno de los complejos de su propiedad en Estados Unidos. Una manera de restarle estatura a las restantes seis economías más grandes del mundo.