No es en el territorio dominicano que las autoridades tienen que rechazar el riesgo a que según Estados Unidos se exponen sus ciudadanos que viajen a este país. Es verdad que aquí hay delincuencia, asaltos y crímenes callejeros, pero no en la dimensión que cita el Departamento de Estado en su informe sobre la seguridad en el territorio. Los turistas que han sido víctimas de la violencia callejera son contados.
No es verdad que la posibilidad de delitos violentos, como robo, asalto sexual y asesinato sean tan comunes. Ni tampoco es verdad que aquí abunde la disponibilidad de armas de fuego en la proporción que señala el informe.
En lo que sí puede tener razón es en la debilidad del sistema penal, que está entre las principales causas de que muchas personas tomen la justicia en sus manos.
Esa falsa percepción tiene que rechazarse, pero no con una campaña mediática interna, sino a través de medios estadounidenses y en todos los destinos emisores del creciente número de turistas que visitan este país cada año.
Y, de paso, entender la necesidad de enfrentar los factores que provocan esos informes tan infundados.