Aprender a parar
Tomarse un tiempo para uno, es un derecho. Cada quien, en algún momento de su existencia, debe ejercer el derecho a parar y hacer lo que nunca, sobre todo si se esta en las redes de una de las aberraciones de la vida moderna es el trabajar en exceso.
“Thetrabajolic”, se le llama, , con aires de colonialismo, al síndrome de entender que lo único que vale hacer, es el trabajo.
He decidido parar. Saber detenerse, en oportunidades, es una decisión sabia. Me he arriesgado a parar. Y a hacerlo en un ámbito lejano de la Republica Dominicana.
He tomado la decisión de hacer unas vacaciones. Una de esas que hace ocho anos no tomo. Estoy en Canadá para desarrollar vida de abuelo durante varias semanas.
Esel ejercicio que ejercer el gusto por las vacaciones. Unas que merezco. Detenerlo todo, aun cuando parezca una locura con perfume a anarquía de las rutinas, es un derecho.
Es este un tiempo para cuidar, alimentar y leerles cuentos en español a mis nietos Ian y Amanda, hermosas criaturas de Cristabel Sosa, mi hija, y Alistair, su marido.
Viajo a Galbary a fomentar el necesario lazo abuelo-nietos, que para ellos y para mi será importante. El periodo de infancia en que se cuentan, 9 meses y casi 3 años, es crucial para su formación de los afectos
Sera un tiempo para visitar parques nacionales, para reponer energías, para respirar el ambiente amigable del verano canadiense.