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Como cada Domingo

Como cada  Domingo

José Rafael Sosa

La victoria, al cine

La literatura y el cine constituyen dos ejes de creatividad que solo en excepcionales oportunidades logran unirse para tratar de ofrecer una fiesta audiovisual a las masas que pasan por la boletería del cinema.

En la extensa oferta de novelas que ofrece el país al cine dominicano, hay joyas que por sí mismas, por la calidad de sus textos, la originalidad de sus enfoques, el impacto imaginativo, sus diálogos, sus detallados ejercicios de la narración presta a multiplicarse desde las imágenes en movimiento.

La producción cinematográfica dominicana tiene un hándicap o debilidad visceral: la pobreza de sus guiones en buena parte de su producción.

Son pocos los directores que se han presentado al desafío de adaptación de nuestra literatura: Candela (Rey Andújar/Andrés Farías); Una rosa en el quinto infierno-biodegradable (William Mejía/Juan Basanta); La otra Penélope (Andrés L. Mateo/Bladimir Abud y Mis 500 locos (Antonio Zaglul/Leticia Tonos), entre otras.

El Archivo General de la Nación acaba de presentar, como título número 18 de su Colección Juvenil, la novela La Victoria, de Carmen Natalia Martínez Bonilla, feminista, narradora y poeta petromacorisana, obra rescatada del olvido originalmente en el año 1991, tomando el manuscrito original con permiso de la familia al Centro de Solidaridad para el Desarrollo de la Mujer (CE-Mujer).

Esa publicación fue parte del programa de un evento formativo titulado Mujer, Identidad y Creación. Esa edición se agotó a los cinco años de haber sido sacada al público. La publicación fue generada por el equipo que dirigía CE-Mujer, y que tenía entonces como directora ejecutiva a la escritora Ángela Hernández.

El Archivo General de la Nación, en el marco de su línea de publicaciones, ha acertado con este rescate literario, desconocido en absoluto para la juventud y los maestros de día y en especial de los cineastas que tienen la aspiración de lograr obras sobre novelas nacionales.
La Victoria oferta contenido excelente para ser tomado por el cine dominicano.

Su historia: un escultor que desea perpetuar en una estatua su relación con el amor y la estética y se encierra en su taller a trabajar sin descanso en la cuidadosa elaboración de esta obra, durante cuyo proceso surgirán profundas y sentidas reflexiones sobre la inmortalidad del amor y los valores de la estética.