Semana

Como cada Domingo

Como cada Domingo

José Rafael Sosa

Tres dotes de Doi Gautier

La partida del escritor y arquitecto Manuel Salvador Gautier (Doi) representa un suceso que no termina este domingo a las 11 de la mañana, cuando sus cenizas desciendan a la tierra en acto estrictamente familiar, en un cementerio privado.
Los escritores, de alguna forma, no mueren nunca, porque su existencia se valida cada vez que una persona vuelve a estimular su imaginación o su sensibilidad, con la lectura de sus textos creativos.

Muchas serán las personas que le recordarán por sus novelas, escritas a partir de los 63 años, -caso extraordinario de creación literaria tardía y trascendente- otros por sus condiciones como profesor y guía de los estudiantes de arquitectura en la Universidad Autónoma de Santo Domingo y baste para tener idea de lo que representó como docente responsable, consecuente y potenciador del talento de las nuevas generaciones, del testimonio del arquitecto Omar Ranciar (hoy decano de Arquitectura UNPHU), que lo revela de cuerpo entero como un visionario de la educación en diseño y construcción de espacios para la vida, un arquitecto fundacional dominicano.

Baste con recordarlo como figura creadora de ficciones, en el testimonio de Ángela Hernández, quien sostiene:
“La vida otorga ciertos privilegios. Uno de ellos, sin lugar a dudas, fue conocer a Manuel Salvador Gautier y compartir aventuras, hechas de amistad, libros y afán de aportar alguna luz, nacida de la experiencia y la empatía, a las jóvenes generaciones. No pudo haber mejor guía que Doy.

Fue el convocador, el ejemplo en el cumplimiento de los acuerdos, el moderador, el relacionador. Doy fue excepcional en muchos aspectos. En cada uno lo admiré. Poseía cualidades extraordinarias.

Rara vez hablaba de sí. Y en el silencio sobre su vida se vislumbraba fecunda fuerza y algún misterio hermoso. Sabía escuchar. Con paciencia y atención oí aún las discusiones más tontas o disparatadas, sin perder la ecuanimidad. Nunca empleaba su verbo para disminuir a nadie’”.

Hoy sus cenizas viajan a su descanso definitivo, pero me permito aportar dos datos que lo harán inolvidable: la dulce mirada tras sus inmensos espejuelos, la suave voz con que se dirigía a los demás y una sonrisa cómplice e involucradora con que solía homenajear a sus contertulios.

Recomiendo leer la conferencia de Bruno Rosario Candelier sobre su novelística, que está en el enlace:

http://www.interiorismoliterario.com/ateneo/index.php/ponencias/conferencias/54-fundamentos-de-la-novelistica-de-manuel-salvador-gautier.