Ser dominicano en Lawrence
LAWRENCE. Boston. Qué bueno es vivir la experiencia de la buena dominicanidad. Que saludable darnos cuenta de que somos una comunidad sans, trabajadora y fiel a principios y valores cuando nos desarrollamos en una sociedad que ofrece las condiciones necesarias para que dejemos salir lo mejor que tenemos dentro como nación.
Estuve en esta ciudad de una historia tan singular y de una población formada a partir de la inmigración de diversos países, primero europeos, y ahora con predominio latinoamericano, caribeño y sobre todo, dominicano.
Esta ciudad es un oasis para quienes han venido a trabajar con honradez y esfuerzo, en una urbe que además de hermosa, abre sus puertas particularmente a los y las dominicanas.
Un dominicano, al sacerdote episcopal Joel Almonó, párroco de la Iglesia de la Gracia, ha fundamentado un liderazgo social consistente a partir de su activismo cultural, que tiene en la Feria del Libro, su principal estandarte.
Vine invitado por Almonó y aproveché para conocer el ambiente dominicano para ver sin sorpresa alguna como dominicanos se destacan en el trabajo honrado levantando la mejor imagen de nuestra nacionalidad.
Aquí estuve en El Pez Dorado, un comedor dominicano que sirve diariamente la dieta de nuestra República Dominicana, con enorme cuidado y calidad y en Cidimanía, un negocio de ropas, zapatos, electrónicos y discos, propiedad de los mellizos banilejos Collado, a quienes conocía de un viaje anterior.
Estos dos hermanos, que comparten una responsabilidad mutua familiar y comercial, son el ejemplo de una armonía entre parientes, dados al servicio y rememorando siempre su Bani, siempre presente.
Vine a Lawrence ha sido un viaje a lo mejor de lo dominicano.
La próxima semana estaré destacando más personajes y circunstancias orgullosamente dominicanas en esta ciudad norteamericana.

