Muertes como las ocurridas el domingo y el lunes en Baní traducen los altos niveles de crispación que caracterizan a importantes segmentos de la población. Pero también el desprecio por la vida cuando cualquier rencilla personal se dirime en una lucha de consecuencias luctuosas.
Pero en la tragedia que tanto ha consternado a los banilejos intervinieron otros factores, como, según el senador Wilton Guerrero, la supuesta dejadez del Ministerio Público para evitar que tres personas pagaran con sus vidas en una confrontación que tal vez pudo evitarse.
El fatal suceso, en que intervino una menor de edad, pone de manifiesto la profundidad de la crisis que sacude al país. Cuando cualquier diferencia se salda con la muerte, sin reparar en las consecuencias, es porque el sistema ha perdido capacidad como mecanismo de cohesión social.
¿Qué explica que una muchacha de apenas 16 años se arme de un cuchillo y se presente a un colmadón, como ocurrió en Baní, y sin mediar palabras la emprenda a estocadas contra otra joven de 23 por supuestas rencillas personales?
El suceso denota también falta de controles. No puede ser que una muchacha se presente a un centro de diversión y ataque impunemente a puñaladas a otra joven sin que nadie, pero absolutamente nadie, interviniera para evitar el trágico desenlace. Máxime cuando se dice que en el centro había mucha gente.
La homicida tuvo incluso tiempo de marcharse a su casa a guardar el cuchillo. Es después de ser detenida, cuando la Policía y un ayudante fiscal la conducen a su casa a buscar el arma cuando es abatida a tiros por un tío de la joven a la que había quitado la vida. En circunstancias polémicas el hombre fue abatido a balazos por los agentes del orden.
Pero al margen de cómo ocurrieron los sucesos, lo que pone a pensar es que la misma simple diferencia quiera saldarse a través de la confrontación. Son muchos, pero muchos los casos que se pueden citar en abono a la crispación que impregna a la sociedad dominicana.
Las razones pueden ser variadas. Y en todo caso no basta sólo con identificarlas y recitarlas, sino enfrentarlas con medidas eficaces, a fin de bajar el tono de la violencia que ha cobrado tantas vidas. Sucesos como los de Baní causan mucha consternación.

