Cuando la propagación de los casos señalaba una esperanzadora reducción de las estadísticas acerca del coronavirus, la pandemia ha repuntado hasta alcanzar más de dos millones 300 mil contagios y más de 160 mil defunciones.

Los datos proporcionados por la Organización Mundial de la Salud (OMS) son la mejor advertencia de que los Gobiernos no deben bajar la guardia hasta garantizarse que la epidemia está realmente en descenso.

Son muchos los países, tanto de Europa como de América Latina, en que la covid-19 no ha escalado todavía a su pico más elevado de contagio y letalidad. Cualquier descenso que se haya verificado tiene que ser asumido con cautela para evitar lo ocurrido en España e Italia en que después de una reducción de las muertes y contagiados la curva volvió a elevarse. En la propia China, que ha logrado controlar la expansión del virus, se ha hablado de rebrote en algunas ciudades.

La OMS ha insistido en la cuarentena, el distanciamiento social y el uso de mascarillas como los principales antídotos para lidiar con la enfermedad. Si la gente no acata las restricciones las autoridades tienen que velar para que lo hagan. Al fin y el cabo es la vida y la salud de muchos las que están en juego y no las de unos cuantos.

Es posible que el repunte de que se ha dado cuenta tenga que ver con la violación de medidas que por ahora han probado ser eficaces. Pero cualesquiera sean las razones de los numerosos casos que alarman a la comunidad internacional es de todas formas para que prevalezca el estado de alerta.