En un lamentable episodio de engaño político y simulación, el presidente Luis Abinader ha anunciado su intención de buscar la reelección en las elecciones del 2024 a través de un video en el que se jacta de supuestas promesas cumplidas y logros alcanzados por su gobierno. Sin embargo, este anuncio no solo es un intento desesperado de perpetuarse en el poder, sino que también es un insulto a la inteligencia de los dominicanos que han sido testigos de las promesas incumplidas y las políticas que han afectado negativamente a amplios sectores de la sociedad.
En el mismo día en que cientos de organizaciones sociales, laborales y ambientales salieron a las calles para exigir el cumplimiento de las promesas electorales, Abinader optó por desviar la atención con un video lleno de autoelogios y afirmaciones cuestionables. Esta acción refleja la desconexión entre el gobierno y las demandas legítimas del pueblo dominicano, evidenciando que la prioridad del presidente es mantenerse en el poder a toda costa, incluso a expensas de ignorar las voces de aquellos a quienes prometió representar.
En el video, Abinader insinúa de haber aliviado el sufrimiento de los más desposeídos, una insinuación que contrasta de manera dramática con la realidad que viven cientos de miles de dominicanos. Mientras el presidente intenta convencer a la población de su «honestidad», el país sigue enfrentando desafíos significativos en términos de pobreza, desigualdad social, acceso a servicios básicos y derechos fundamentales.
Las escasas reacciones de agrado ante el anuncio de reelección por parte del sector oligárquico dominicano y de las corporaciones extranjeras no deben sorprendernos, como tampoco debe sorprendernos, la agigantada cobertura que ofreció la prensa que abandonando su rol, se ha convertido en vocero de quienes controlan el poder. Estos actores han sido beneficiados por políticas que favorecen a las élites económicas mientras dejan atrás a los más vulnerables.
El presidente Abinader ha fracasado en el cumplimiento de sus responsabilidades y los llamados a la «honestidad» no pueden encubrir la falta de transparencia en la gestión gubernamental ni justificar el incumplimiento de las promesas. En lugar de buscar la reelección, el presidente debería enfocarse en cumplir con su deber de representar y trabajar en beneficio de todos los ciudadanos.
Por: Felipe Lora Longo