En República Dominicana, estamos asistiendo a un escenario en el que parece hay una embestida del hombre-masa del que hablaba José Ortega y Gasset. En ese giro político, narigoneados; muchos simpatizan con la candidatura presidencial del troglodita Donald Trump.
En otras palabras hablamos de que si, a la distancia, les fuera posible votar en las próximas elecciones presidenciales de Estados Unidos sufragarían a favor del cavernario expresidente. Parecen estar de acuerdo con el racismo, xenofobia y neofascismo que caracterizan a Trump.
Cuando hablamos del hombre-masa no nos referimos precisamente a una rebelión contra el estado de cosas, sino a otra: contra infelices haitianos. El desborde de estos, y su rechazo en el país, ha operado como catalizador para desnudarnos y mostrar quiénes somos.
Sin adentrarnos en un criterio pro-haitiano, significamos que sectores guiados en marchas por una denominada Antigua Orden Dominicana vociferan: “haitianos, fuera del país”. Se refieren no solo a los indocumentados, sino a todos; mientras también hacen proselitismo a favor de Trump. ¿Coinciden con sus actos delictivos?.
Resulta contradictorio que protestando por la presencia de nuestros vecinos y apelando a nuestra soberanía, se respalde a un licencioso candidato presidencial como Trump, quien rechaza y estigmatiza hasta a los dominicanos.
Incluso, algunos voceros que han manifestado estar contra la política exterior que ha emprendido el presidente estadounidense, Joseph Biden, manifiestan: “pero no estamos contra Estados Unidos”. Dicen esto para curarse en salud.