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Convergencia

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Efraim Castillo

Hay un país en el mundo

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Al respecto, es preciso señalar que Hay un país en el mundo no sólo sentó en el país las bases de una práctica literaria inmersa en lo ideológico, sino que sirvió de vínculo literario al exilio anti-trujillista. Desde luego, habría que preguntarse, ¿cuántos dominicanos deben su militancia revolucionaria al poema de Mir, de la misma manera que muchos rebeldes del mundo se lo deben a la novela La Madre, de Máximo Gorki? Lo importante, entonces, sería estudiar el trazado ideológico de algunas poéticas, como [por ejemplo] La Mañosa de Bosch, Over de Marrero Aristy, y La Madre de Gorki, que son referencias narrativo-discursivas donde la historia se enfrenta a colisiones. Pero el aeda [diferente al narrador] debe aquilatar sus experiencias vivenciales y filtrarlas a través de ese ‘’furor [fervor] poético’’, donde la imagen estructura y predomina el propio canto a través de tropos, sin doblegar —desde luego— el mensaje que subyace a lo largo del tejido.

Mir, más allá de la influencia de Lorca, debió ser un profundo estudioso del trayecto poético de un cantor suramericano, Pablo Neruda [1904-1973], y debió, asimismo, estudiar a concienciación las obras de César Vallejo [1892-1938] y Nicolás Guillén [1902-1989].

Ese itinerario, esa ascensión en el camino hacia una práctica literaria relacionada con lo ideológico y conectora del cantor con la realidad socio-histórica dominicana, tuvo su fuente nutricia —como afirmé anteriormente— en su propia región nativa, San Pedro de Macorís, donde se asentaron los primeros brotes de modos de producción capitalista y las contradicciones en el seno de sus unidades fundamentales: proletariado y burguesía.

Además, podría existir cierta relación con la propia literatura petromacorisana (y pienso en Los Humildes de Federico Bermúdez [1884-1921]). Todas estas relaciones pudieron estar presentes en la coyuntura de 1949.

Estructurado por doscientos sesenta y seis versos, Hay un país en el mundo (quinta edición de Publicaciones EMIR [Eridania Mir, hermana del poeta], en 1968) contiene un índice muy arbitrario de once partes, pero que no responde a la verdad estructural, ya que ésta es preciso definirla así: Descripción Geográfica (desde el primer verso hasta el treinta y cuatro); Descripción Humana Rural (desde el verso treinta y cinco hasta el setenta y cinco); Paréntesis, donde el textista prepara al oidor o lector para las canciones (desde el verso setenta y seis al ciento dos).

Canción I (desde el verso ciento tres al ciento veinte), que refunde el estilo inicial de Mir, emparentado cercanamente a Lorca, haciendo uso del decasílabo con cesura casi matemática en la quinta sílaba: 5+5, y tal vez con la intención de que la cadencia pegajosa de este viejo metro señalice hacia lo elemental la importancia del mensaje: “Plumón de nido nivel de luna / salud del oro guitarra abierta / final de viaje donde una isla / los campesinos no tienen tierra” (versos 103, 104, 105 y 106, p.7, seguidos de tres cuartetos y lo que pudo ser un pareado final, pero sin rima consonante).