Gobierno y sector productivo deberían con urgencia elaborar algún plan para afrontar en lo que resta de año el impacto sobre el índice general de precios y de la economía en general de la mentada crisis mundial de los contenedores.
El comercio internacional se caracteriza hoy por escasez y carestía de materias primas y bienes terminados a causa principalmente de insuficientes contenedores en puertos de despacho, lo que se traduce en falta de espacio para transportar mercancías desde Asia hacia occidente.
En realidad no es que faltan contenedores, sino que no están disponibles en las zonas de producción o exportación, porque quedaron varados en América y Europa a causa de la pandemia, sin poder retornar a tiempo.
La crisis se atribuye también a tifones y huracanes que dificultan el transporte marítimo y al cierre o disminución de actividades en los puertos de China, como medidas de prevención para detener la propagación de la covid-19, lo que afecta a ocho de las diez terminales portuarias más activas del mundo.
A la escasez de contenedores e incremento del tráfico marítimo por alquiler de buques a cargo de grandes multinacionales se agrega la reducción de la producción industrial en China y otros países asiáticos a causa de la pandemia.
Los costos de fletes se incrementan al punto que un contenedor de China a Estados Unidos, que en septiembre de 2020 costaba US$4,000, cuesta hoy más de 20 mil dólares, lo que también se refleja en las importaciones hacia Europa, que aumentó siete veces, y hacia América del Sur, de US$2,000 a US$7,000.
Se adelanta que las navidades de 2021 serán las más caras en Estados Unidos, matizadas también por escasez y carestía de bienes como juguetes, vehículos, muebles, electrodomésticos y productos electrónicos que poseen altos componentes importados desde Asia.
Ante la más acentuada crisis sufrida por el comercio internacional, el Gobierno, sector importador, comercio, industria y productores, deberían aunar esfuerzos para aliviar un predecible incremento de precios aun mayor durante la temporada de Navidad y Año Nuevo.
Por ser la dominicana una economía con alto componente transaccional, con volúmenes de importaciones de bienes y materias primas mayores a su capacidad exportadora, es previsible que la crisis de los contenedores cause daños mayores a su tejido económico, sin contar el notable aumento de la inflación para fin de año.