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Crónica poética del desconcierto

Crónica poética del desconcierto

Por: Miguel Solano
mesolano@aol.com

El misterio es observar la realidad con incertidumbre. Es el proceso mediante el cual se le quita, se despoja al poema del canto y de su música y se le viste del huracán del desconcierto.

La diferencia que veo entre emoción y sentimientos, desde el punto de vista poético, es que el sentimiento, como el amor, se entrelaza, mientras que la emoción, como la soledad, suele tener bandera individual.

Por ejemplo, en una familia de cuatro hermanos, todos aman a su madre, pero puede haber uno de ellos que sienta la emoción de la soledad y la adore. La adoración de la emoción que genera la soledad es uno de los rasgos más distintivos que encontramos en el poeta José Miguel Ángel Soto Jiménez.

Y es que los poetas sentimos que cuando aparece la divina pasión de la soledad, ha aparecido la musa, ha llegado el momento de la creación. Yo recuerdo, siendo un niño, entre cinco y siete años, subirme a una mata de mangos, fijar mis ojos en el proceso de maduración de un mango, contemplarlo todo el día y tomarlo y comérmelo a la puesta del Sol. Aquel sublime deleite era un acto de vivencia emocional de la soledad de incalculable valor espiritual.

¿Por qué el poema no se puede salir con una mentira? El concepto creativo del poema se aferra a la fiera imaginable, a eso que llamamos proceso creativo. El poema no se desvanece por la victoria.

Intuimos la posibilidad de que el simbolismo simultáneo de una imagen sea el resultado de varias interpretaciones con múltiples emocionalidades. Es en el poema donde primero empezamos a ver el fenómeno cuántico de la superposición. Y yo empiezo a creer que en el mundo espiritual los polos diferentes se desplazan, no conviven: odio y amor no viven juntos en un mismo cuerpo, vienen de dimensiones diferentes y actúan individualmente.

“Positivo, negativo.

Negativo, positivo, hasta el fin.

La constante de una polaridad

que organiza energéticamente

la infinita totalidad de lo que existe”, Canto 3, Pág. 19

Preguntemos, por ejemplo, ¿a qué distancia emocional estaría el odio del amor? Yo creo, pienso que operan desde dimensiones planetarias diferentes y que la relación “positivo/negativo” que creemos ver darse en el mundo físico, no ocurre en el mundo emocional. Los físicos creen que en el mundo cuántico la relación “positivo/negativo”, no se da como la interpretamos, pues mediante el proceso de superposición las partículas pueden ser una y la otra, uno y cero.

Creo que las emociones solamente conectan con sus asociados, con sus aliados. El amor, se une a la compasión, la compasión con la empatía, la empatía con el deseo sexual… Y no lo hacen con aquellas que geográficamente deben de estar muy alejada como serian el rencor y el perdón. Estas se desplazan, no conviven juntas en un mismo cuerpo.

En la lectura de Cosmogramatón podemos hallar esa lógica, esa refinada capacidad para tolerar el dolor. Al considerar a los versos partículas físicas entrelazadas, encontramos que los versos en el poema se encuentran entrelazados emocionalmente, y tal como ocurre en el mundo cuántico, el entrelazamiento puede darse entre un verso inicial y uno que representa el último, recordándonos las emociones originarias. Podemos considerarlas cercas porque a veces están en una misma página, pero desde el punto de vista emocional pueden estar a años luz de distancia.

En 77 páginas, con portada de rayo de luz que se abre espacio entre lo negro del universo y con contraportada de Juan Carlos Mieses, Soto Jiménez distribuyó 19 cantos. Son versos destinados a llevar a cabo el movimiento ascendente de la vida. Estamos hablando de un poemario que tiene conciencia de su propio poder. Puede ser que nos encontremos con un poemario que exige, en vez de un poemario que ofrece más tentación que peligro. Y así se comporta como símbolo creativo separado de la noción de tiempo.

El autor es escritor.

El Nacional

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