Nuestro país se encamina a callejones sin salida, turbulencias e inconstantes asechos. La inconducta de tantas personas, las violaciones a las leyes y a la Constitución, los feminicidios, el irrespeto a lo ajeno, la decadencia moral y frustraciones de muchos, acarrean síntomas muy preocupantes.

Aquí es poco lo que se respeta y se protege; millones de ciudadanos y agrupaciones que violentan el orden público; vivimos una etapa de indolencia donde nada importa, con adolescente tomando bebidas alcohólicas en restaurantes, negocios, hoteles, casas de cita, comercio sexual de menores, niñas exhibiendo sus cuerpos por televisión con la anuencia y alegría de madres y tutores, bailes obscenos e impúdicos y tantos casos graves.

Una de ellas es la ocupación de parques, calles, avenidas y lugares privados, donde la ciudadanía no puede transitar, aceras y contenes y ciudadanos lanzándose al peligro hasta la muerte.

Se lanza la basura por doquier, el sosiego familiar de residentes de diversos sectores donde el bullicio de la música es insoportable, dementes y enfermos transitando por avenidas y calles y ancianos pidiendo limosnas, niños y jóvenes vendiendo mercancías y otras serie de actos.

¿Qué podemos hacer ante esta barbarie? Que se cumplan las leyes, no más bandidaje.