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¡Cuidado, mucho cuidado!

¡Cuidado, mucho cuidado!

En torno a la suspensión de más de un millón de trabajadores a causa de las restricciones impuestas por el coronavirus surgen propuestas, opiniones y advertencias que deberían motivar la atención del Gobierno, Congreso, empresariado y centrales sindicales para no convertir ese mal en otro peor.
El Gobierno ha puesto en marcha programas de subsidios para aliviar la situación económica de los obreros y empleados cuyos contratos de trabajo han sido interrumpidos por sus empleadores, pero ese calmante no cura la enfermedad que puede convertirse en despidos definitivos.
En la Cámara de Diputado circula un proyecto de ley que dispondría la entrega de hasta un 30% del total de los fondos de pensiones acumulados por los trabajadores, lo que en opinión de sus patrocinadores ayudaría a esos servidores y a sus familias a sobrellevar tan difícil situación.
Las centrales sindicales, por su lado, han advertido que esa propuesta significaría obligar a propios ahorrantes del sistema de pensiones a financiar la crisis económica desatada por la pandemia, porque ese dinero es propiedad de los trabajadores, por lo que reclaman que el Gobierno procure otras fuentes para agenciar recursos.
El gobernador del Banco Central, Héctor Valdez Albizu, ha advertido que permitir el retiro parcial de los fondos de pensiones acarrearía consecuencias negativas sobre los sectores más vulnerables de la sociedad, la estabilidad y el crecimiento económico.
Dijo que también reduciría el poder adquisitivo de las personas, por la pérdida de valor de sus ingresos y ahorros, deteriorando significativamente su capacidad de consumo y afectando de manera más perniciosa a los hogares vulnerables y de menores ingresos, incrementando así los niveles de pobreza.
No hay que ser un expertos en asuntos económicos para entender que liberar más de 173 mil millones de pesos de los fondos de pensiones produciría una catástrofe monetaria a nivel de un excesivo circulante que elevaría la inflación y acentuaría la pobreza.
La suspensión de más de un millón de trabajadores constituye un hecho cierto, que no puede ser abordado con propuestas estrambóticas que convertirían en sal y agua los fondos de pensiones y agravarían aún más el cuadro de crisis económica que ha dibujado el coronavirus. Lo mejor es no apostar en ninguna ruleta con ese dinero que tiene categoría de sagrado.

El Nacional

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