En este mundo globalizado, pero a la vez despreciado y admirado de hoy, es necesario definir y delimitar las normas por las que deberíamos guiarnos los adultos para luego alcanzar la capacidad de guiar de manera provechosa a nuestros hijos. Hoy circulan demasiadas adhesiones extrañas vinculadas a rasgos nada bueno como es la personalidad histriónica, que nos provocan prolongadas ansiedades y desajustes que nos vuelven inseguros, teatrales superficiales y sugestionables. Y lo peor de todo esto es que corrompe nuestra vida emocional a tal extremo que dejamos que cualquier intruso manipule nuestro mundo cognitivo siempre que nos haga creer que somos el centro de atracción. Así, el otro, y no yo, es quien dispone a su antojo de que debo ver, saber o conocer, escuchar, creer, aceptar, seguir, entender y asimilar. Por eso es tan común creer en las fabulaciones que traen los medios de comunicación sin darnos cuenta que la fabulación es un intento maniaco de cambiar la realidad.
Cualquiera llegaría a la feliz conclusión de que basta con que nos tomemos un par de tragos y adiós preocupaciones y ansiedades. Pero, desgraciadamente, no es así. Nuestra mente, mejor dicho, nuestra vida emocional, no cuenta con recursos para sacarse de sí el tormento de la ansiedad que se origina dentro de nosotros mismos. Es ahí cuando empezamos a vivir en permanente inquietud, atormentados y perturbados. No tenemos sosiego ni capacidad reflexiva porque la ansiedad nos lleva a pensar aceleradamente y a consecuencia de ello nuestros juicios son imprecisos, insustanciales o entrecruzados.
¿Cuál es la fuente de estos males que nos abaten y nos restan una vida mental sana y agradable? ¿Qué diría si le dijera que el cine, la televisión, internet, redes sociales y la desbordada publicidad estructuradamente erótica, es responsable en gran medida del descontrol emocional en todos los órdenes que sufre la sociedad moderna? Millones de personas en todo el orbe, no enciende el televisor para enterarse de cómo anda el clima, la probable reaparición de la peste, ahora cuando en algunos países la sopa y el cocido de ratas son platos suculentos, ni para reír un poco con las muestras de inteligencia de La Pantera Rosa y las torpezas del inspector policial Clouseau. No, nada de eso. Con afán y tensión desbocados, recorremos durante el vértigo de dos segundos, 20 a 30 canales buscando uno que nos informe que pasó en la ceremonia matrimonial de Brad Pitt y Angelina Jolly, o bien, otro que nos dé la noticia sobre el nombre y dirección de la mujer que será el vientre de alquiler de Ricky Martin para ser padre de engendro de un varoncito.