El anuncio del Reino Unido de que enviará a las Malvinas uno de sus más modernos buques de guerra dotado de misiles antiaéreos de alta tecnología ha sido interpretado como una inapropiada respuesta de tipo militar al pedido de Argentina para que Londres retorne a la negociación política en torno a su reclamo de soberanía de esos territorios.
David Cameron, primer ministro inglés, cuyo Gobierno no encuentra salida a la crisis financiera y de desempleo que agobia a Inglaterra, ha propiciado la subida de tono de la discusión en torno a la posesión de esas islas que en términos geográfico, político y jurídico pertenecen a Argentina.
Al reintegrarse a sus labores como jefa de Estado después de una licencia post operatoria, la presidenta Cristina Fernández renovó su propuesta al Gobierno inglés de promover una negociación política que permita el retorno al fuero argentino de ese archipiélago, pero la reacción del ministro Cameron fue la de anunciar un inusitado despliegue militar en el Atlántico Sur.
En un no disimulado intento para que el conflicto de las Malvinas desvíe la atención de los ingleses de la aguda crisis económica que los abate, Londres también envió con uniforme de combate a los territorios ocupados al príncipe Guillermo, nieto de Isabel II, reina indiscutible de los británicos y ciudadanos de la Commonwealth.
El primer ministro inglés parece no entender que el mundo ha cambiado sustancialmente desde aquel 14 de junio de 1982, cuando la Armada argentina intentó recuperar la soberanía de las Malvinas, mediante una operación militar cuyo propósito principal era oxigenar a una dictadura que estaba a punto de caer en medio de una gran crisis económica.
Ante las dificultades financieras que padece el Reino Unido, Cameron pretende usar la misma receta de distracción política, que fallidamente empleó hace 30 anos la Junta Militar argentina, sin comprender que corre el riesgo de involucrar a Gran Bretaña en un conflicto bélico regional de consecuencias impredecibles, pues Sudamérica es hoy una formidable alianza política y económica que incide de manera decisiva a nivel mundial.
Como respuesta inmediata al vocabulario militarista de Londres, las naciones que forman el Mercosur (Brasil, Argentina, Uruguay y Paraguay) anunciaron que impedirán atracar en sus puertos buques con banderas de las Malvinas, en tanto Venezuela ha advertido que correrá la misma suerte que Buenos Aires en caso de un conflicto armado.
La verdad es que la ocupación de las Malvinas por Inglaterra y de Guantánamo por Estados Unidos, constituyen los últimos reductos del colonialismo inglés y estadounidense, dilatadas e inaceptables afrentas a la soberanía de Argentina y Cuba, y una daga clavada por los imperios sobre el corazón de América.

