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De Cheíta a la OMSA

De Cheíta a la OMSA

Elvis Valoy

Como en el arte culinario desde donde la mezcla del arroz con las habichuelas deviene en el popular moro, de esa misma manera el transporte público está indisolublemente ligado a la sociedad. Durante la dictadura trujillista, período en donde las zonas rurales superaban en número de población urbana, y en el que la ciudadanía tenía varias opciones de movilización, brillaba la línea Cheíta, autobuses que se convirtieron en opción mayoritaria en el trayecto urbano-rural.
Con la desaparición de la satrapía trujillista se inició paulatinamente un éxodo campo-ciudad que sesenta años después hizo las zonas urbanas más pobladas que las rurales.

Finalizada a Guerra de Abril, dos rutas se disputaban la gente en las calles capitalinas por el precio de 10 centavos: la Ruta A y la B, teniendo algunas de estas unidades de dos pisos. Todo eso adjunto al servicio de los carros Austin, que unos eran de capotas blancas y otros rojas y se alternaban en los días de servicios. Igualmente, era frecuente observar los autobuses de la UASD, marca Bluebird, que transitaban por toda la ciudad transportando estudiantes.

Concomitantemente con ese transporte, a mediados de los años setenta se instituyeron las rutas 5 y 5A, pertenecientes a la compañía Metro, que trabajaban paralelamente con una retahíla de siglas y acrónimos (ANCHODE, SIUCHODISNA, UNACHOSIN, etc.).

Con el ascenso del PRD al gobierno se instauró la ONATRATE, el más serio proyecto de transporte público, destruido como consecuencia de una conspiración de grandes proporciones. Luego se fundó la cooperativa El Sol con las guaguas Banderitas, que los que la llevaron a la quiebra se esconden detrás del PRM para no pagar su culpabilidad.

En 1997 se inició la OMSA, entidad estatal perseguida por el llamado sindicalismo choferil, que no esconde su perversa obsesión en buscar su aniquilamiento y destrucción.

Luego fue la construcción del Metro de Santo Domingo, y posteriormente el Teleférico, proyectos que contaron desde el principio con una caterva de enemigos.

Hoy, el gobierno del presidente Luis Abinader tiene en carpeta destruir la OMSA, para entregarles el cadáver a sus amigos de la reelección. ¡Caramba, qué mala suerte la del transporte público!