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¿Democracia, libertad o libertinaje?

¿Democracia, libertad o libertinaje?

Juan Taveras Hernández

Me pregunto constantemente, ¿vivimos en un régimen democrático o en un libertinaje donde los ciudadanos creen que pueden hacer y deshacer sin consecuencia ninguna?

La libertad de expresión y difusión del pensamiento tiene sus límites.  Se supone que todos tenemos el derecho de decir lo que pensamos, pero respetando la integridad de los demás, su privacidad, su familia, su nombre.

Pero ocurre que, amparado en el derecho de expresión y difusión del pensamiento, muchos injurian y difaman a los demás, sin pagar consecuencia alguna. Ni la figura del presidente de la República, protegida por la Constitución y las leyes, es respetada.

Constantemente vemos, a través de las redes sociales, en radio y televisión, toda clase de improperios contra el jefe de Estado. Acusaciones, sin prueba alguna, de los más detestables crímenes y delitos.

Nadie se salva de los insultos, las palabrotas, obscenidades, vulgaridades y mentiras que se dicen contra empresarios, artistas, dirigentes políticos, funcionarios y ciudadanos comunes.

Todos estamos a expensa de que alguien, a través de un micrófono, nos difame, injurie sin el menor rubor.

“Difama, difama, que algo queda”, expresión maquiavélica muy socorrida entre los delincuentes de la palabra.

Las redes sociales dan asco. Hombres y mujeres en sus plataformas digitales hablan de sexo, a cualquier hora, del día o de la noche, con un lenguaje nauseabundo, vulgar, obsceno, irrespetuoso, sin educación, que avergüenza, sin que ninguna autoridad le ponga un freno.

La libertad de expresión y difusión del pensamiento también debe tener un límite. Usted no puede decir todo lo que le de la gana en una estación de radio, en un canal de televisión, en las plataformas digitales, sin ningún rubor. Eso no es democracia, eso es libertinaje.

Lamentablemente vivimos en un país lleno de analfabetos, que no saben leer, escribir, ni pensar, mientras otros, que sí saben leer, escribir y hasta pensar, pero que no lo ejercen adecuadamente, dirigen el mundo, poniendo en riesgo la existencia humana, a pesar de la quinta revolución industrial en marcha, y de la inteligencia artificial amenazando la raza humana, como ya han advertido connotados científicos contemporáneos.

A veces pienso que en este país hace falta un régimen de fuerza, una dictadura, alguien que tenga el material colgante lo suficientemente grande y blindadoscomo para poner el orden, cueste lo que cueste, como ocurrió en Singapur, Lee Kuan Yeu, que en 1959 llegó al poder y se mantuvo hasta 1990 cuando le sucedió su hijo en el poder.