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Derrumbe sistémico

Derrumbe sistémico

Decimos que hay crisis cuando, en cualquier sector, algún mecanismo deja de pronto de funcionar, empieza a ceder y acaba por romperse. Esa ruptura impide que el conjunto de la maquinaria siga funcionando. Es lo que está ocurriendo en la economía mundial desde que estalló la crisis de las sub-primes en 2007.

Acontecimientos imprevistos aparecen con fuerza sin que nadie los vea venir. Si gobernar es prever, vivimos una evidente crisis de gobernanza. Los dirigentes actuales no consiguen prever nada. La política se revela impotente. El Estado que protegía a los ciudadanos ha dejado de existir. Ahora es Neoliberal, al servicio de los intereses del mercado. Hay una crisis de la democracia representativa: “No nos representan”, dicen con razón los contestatarios de todas partes. Los líderes no solo no vieron venir la crisis, sino que cuando ésta se aparecio tampoco actuaron para impedir sus efectos negativos.

La gente comprueba cada día el derrumbe de la autoridad política y reclama que ésta vuelva a asumir su rol conductor de la sociedad por ser la única que dispone de la legitimidad democráticaparahacerlo. Se insiste en la necesidad de que el poder político le ponga coto al poder económico y financiero. Pero ese poder tiene como epicentro a los monopolios de la troika (EE.UU., Europa y Japón) y estos controlan las entidades internacionales que ya cuentan con leyes propias, que les imponen a los países, a través de los organismos internacionales (FMI, OMC, OTAN, BM, BID) ente otros, que por razones económicas son hoy día más débiles que las alianzas estratégicas de los monopolios. Hay otras complicaciones derivadas de lo anterior: una carencia de liderazgo político a escala internacional. Los líderes actuales no están a la altura de los desafíos y demandas nacionales.

En un discurso, el Presidente de Estados Unidos anunció que daba por terminadas “las guerras del 11 de septiembre”, o sea las de Irak, de Afganistán y contra el “terrorismo internacional” que marcaron militarmente la década de 2001 a 2010. Obama recordó que “cinco millones de Americanos han vestido el uniforme en el curso de los últimos diez años”. A pesar de lo cual no es sostenible que EEUU haya salido vencedor de esos conflictos. Las “guerras del 11 de septiembre” le costaron al presupuesto y al contribuyente estadounidense entre 1 billón (un millón de millones) y 2,5 billones de dólares. Carga financiera que ha tenido repercusiones en el endeudamiento de Estados Unidos y, en consecuencia, en la degradación de su situación económica interna y la externa.

La situación mundial se agravó porque las economías están estructuralmente integradas y por dos motivos complementarios, el primero es la tendencia de las economías europeas a entrar en un período de deflación generalizada y persistente que dificulta aún más la salida de la crisis; el segundo es que, a diferencia del inicio de la crisis, en estos momentos el Banco Central Europeo ya ha utilizado gran parte de la reserva de que disponía para enfrentar la crisis (recorte de varios tipos, enormes subastas de liquidez a la banca para que lo trasladen a la economía real, tasa negativa a los depósitos bancarios, anuncio de un programa de protección de la deuda soberana en caso necesario, etc. ), y su capacidad de reacción se ha reducido significativamente.

La situación esta agravándose porque en estos momentos se esta produciendo un cambio en el discurso económico imperante del establishment, y se está pasando de la prédica de las políticas de austeridad a otra neokeynesiana militar y civil basada en la inversión en infraestructuras como motor para reactivar una actividad económica que los mercados por si solos son incapaces de poner en marcha.

El Nacional

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