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Desgracia nacional

Desgracia nacional

Manuel Fermín

Todo gobierno endeudador, inepto y corrupto es una desgracia nacional.

La estructura de poder organizada por el PRM parece encaminada a cumplir con las advertencias precedentemente citadas, llevándonos a una de las aventuras más ambiciosas que haya tenido la República, cuya voluntad única y válida es conservar el control del Estado a cualquier precio.

Las evidencias de corrupción política conquistando adhesiones de alcaldes y otros dirigentes opositores los convierte en una casta instalada cómodamente en el poder, y si no hay un giro brusco a esta conducta, pronto empezaremos a ver las consecuencias cuando se vaya perdiendo el encanto que se pretende vender de ser la esencia del poder en su destilación más pura, que se verifica cuando en lugar de caminar con firmeza, vamos al país del 2004: con los pies en el aire y el abismo como suelo. Fatídico emparejamiento con el pasado.

El estilo es endeudar la nación a niveles críticos, y como si no pasara nada, aún las experiencias pasadas a causa de gobernantes irresponsables que por mantener el poder nos arrastraron a las peores humillaciones, el carnaval sigue.

Los editoriales de periódicos, los columnistas de referencia, legisladores oficialistas y los partidos aliados del Gobierno, y los de oposición que cuando pasan por el poder no prestan atención al constante endeudamiento, siguen el mismo ritual.

Asimismo la corrupción se enmascara, ya no como indelicadeza, sino como simples actos subsanables. Por lo visto, estos males lo consideran como algo normal parece que por tener escasos conocimientos de la historia económica de la República Dominicana, o bien se consideran una normalidad, no es noticia.

También las élites económicas se quedan cómodamente callados: se quejan en privado, pero enmudecen en público.

Cada día somos más vulnerables ante el desenfado oficial porque llegamos a límites jamás vistos. ¡Cuánta cobardía!