Los accidentes de tránsito constituyen una de las principales causas de muerte en el territorio nacional. Nadie, al parccer, está interesado en reducir la inseguridad en las calles. Sin embargo, esta situación debe ser declarada de prioridad nacional.
Las estadísticas reseñan que cada tres horas un dominicano o un extranjero, muere en nn accidente de automotores. La mayor carga la llevan los ocupantes de motocicletas. El orden se debe imponer de inmediato.
De repente, el moto-concho se ha convertido en el principal, medio de trasporte de los sectores populares. Tiene establecidas paradas estratégicas en las rutas de vehículos, y llegan a cobrar más que éstos.
Nadie se preocupa por la seguridad en estos vehículos. Transitan de forma temeraria, llevando desde niños, envejecientes y embarazadas. La imprudencia nunca se puede considerar una experiencia en el manejo.
Medidas de control inmediato podrían ser odiosas, pero son necesarias. Culpable de la situación son los organismss oficiales que permitieron que el moto-cncho arropara las calles y avenidas de la ciudad.
Se da el caso de que en rutas que se convirtieron en corredores, salieron los carros y llegaron los motoristas.
Una acción graciosa de las autoridades correspondientes, que ya está dando problemas.
Hay que depurar a los motoconchistas, saber si consumen estupefacientes, si son borrachones, si tienen licencia, y si los motores están en buena situación mecánica. Tiene que hsber un responsable de la vigilancia y las sanciones.
Por las facilidades que se ofrecen para poder adquirir un motor, es difícil que esta situación pueda ser controlada. Las autoridades no son cómplices, pero si responsables de la anarquía por no tomar medidas a tiempo.
Por las facilidades que se ofrecen para poder adquirir un motor, nuevo o usado, todo hace presumir que este problema continuará creciendo y que no tiene soluciones ni a corto ni a largo plazo.
El transporte público de pasajeros es un infierno en cualquier variante que se busque. Las guaguas transitan sin limites de velocidad y con exceso de pasajeros. La mayoría de los choferes carecen de licencia.
El encargado de conducir un autobús públco es ascendido de cobrador a chofer, en abierta violación de las disposiciones de tránsito y en claro peligro para los usuarios. Hasta los policías de tránsito le tienen miedo a los choferes que implantan la ley del irresponsable.
Por: Manuel Hernández Villeta