Estudios de opinión atribuyen a Miguel Vargas tener niveles de simpatía, entre los perredeístas, que oscilan entre el 4% y el 9%. Es decir, no alcanza los dos dígitos en ninguna encuesta. El presidente del PRD, sin embargo, tiene mayoría en el Bloque de Diputados de esa organización “opositora.”

Esos diputados que han jurado fidelidad política a Vargas Maldonado no lo hacen por carisma, razones ideológicas y mucho menos por patriotismo. Sencillamente estiman que es el camino más corto de asegurar candidaturas en una entidad política que sepultó los métodos democráticos y ahora prevalece el autoritarismo de un hombre que se mantiene en el cargo por obra y gracias del TSE y el PLD.

Pero el objeto principal no es ser candidato a senador, a diputado, a síndico y a regidor. Es la primera fase. La segunda fase –y es la más importante– es resultar electo. Y de la única forma de ser electo a través del PRD es mediante la unidad política de esa organización, lo que luce cada vez más difícil por el grueso de condiciones inaceptables que plantea Vargas Maldonado. De consumarse la división del PRD, que es lo que se percibe por las posiciones de afinidad al PLD que muestra su presidente, esa entidad política obtendría unos tres diputados en todo el país y cuatro síndicos en lejanos y pequeños municipios. Estaría superando al PRI de Jacobo Majluta, que alcanzó el 7% y dos diputados en la contienda electoral de 1990.

Para cualquier cargo electivo se gasta millones de pesos, dinero que no se compensa de no ser electo. Es precisamente lo que probablemente les ocurriría a esos diputados del bloque del PRD, que procuran candidaturas para los comicios del 2016 y han tenido que mostrar sumisión al presidente del partido blanco, cuyo esfuerzo cada vez es mayor por coincidir con el PLD.

Ningún político dispone de una bola de cristal para observar acontecimientos futuros, pero en la medida en que se compruebe que Miguel Vargas no tiene posibilidad electoral, por dividir a su partido y por su proximidad al PLD, se registrará una rebelión en lo que quedaría de PRD.

Danilo Cruz Pichardo
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