Las charlas de los embajadores norteamericanos son positivas. Se expone sobre todo la necesidad de los norteamericanos de solucionar un problema. La embajadora Leah Francis Campos habló con la suficiente claridad de la política norteamericana en el país.

Es cierto que la situación Haitiana atenta contra la paz y la tranquilidad nacional. Miles de indocumentados tratan de llegar a República dominicana a como de lugar, arrabalizando aún más la periferia de las zonas residenciales.

Controlar la migración ilegal es una tarea que sobrepasa las posibilidades del Estado Dominicana. Se necesita de por medio a una gran potencia. Los Estados Unidos consideran que la emigración pone su seguridad nacional.

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Si está consciente del mal que significa a los refugiados en su territorio, no debe obligar a que naciones pobres traten de resolver el problema con sus recursos.

La embajadora enfatiza que los haitianos tienen que encontrar soluciones de vida en su propio territorio, con ayuda internacional, pero sin salir de allá. Ojala y esta parte no sea para motivar los aplauzos de un auditorio,

Parece que Leah Francis Campos trae su libro particular, no parecido a los de otros embajadores, a los que dio un pellizco al considerar que éstos presionaban por la política de frontera abierta.

La República Dominicana no soportaría la entrada masiva de indocumentados. Tiene que oponerse a ello por los medios que sean necesarios. Este país es de paz y buena hospitalidad, pero no se aceptan recetas envenenadas.

La embajadora prometió que celebrará reuniones con el liderazgo político nacional para tratar el caso haitiano. Inclusive tiene en su agenta una cita con el presidente Luis Abinader. La posición del país es bastante clara, ni un solo indocumentado más.

Haití tiene hoy serios problemas que no se pueden tratar a la ligera. Lo primero es la eliminación de las pandillas, diseminadas en todo su territorio nacional, Después vendrá la reconstrucción y crear empleos para sacar de las calles a los vagos.

Hay un fuerza expedicionaria de cinco mil hombres, que cuenta con el patrocinio de los Estados Unidos y las Naciones Unidas. Se tiene la esperanza de que ponga fin a la lucha armada, pero vista la fiereza de las pandillas, hay que esperar el desarrollo de los acontecimientos.

Por los pronto la República Dominicana debe seguir con su política de deportaciones y evitar la entrega de cuotas para trabajar indocumentados en la agroindustria y en la construcción. Buen discurso, ahora queda esperar su evolución.

Manuel Hernández Villeta