Evaluar y sintetizar la tercera rendición de cuentas del presidente Luis Abinader en la reunión conjunta de las cámaras legislativas en ocasión del 27 de febrero, en el salón de la Asamblea Nacional, resulta difícil y riesgoso por extensión del discurso, cantidad de temas tratados y brevedad de este espacio.

El aspecto más emotivo y trascendente en estos momentos fue el de las relaciones con Haití, reiteración de posición oficial sobre la necesidad de búsqueda de apoyo de la comunidad internacional y exclusión del país como vía única de solución, tema que mereció la mayor ovación con público de pie.

Al valorar logros en economía, Abinader resaltó datos del turismo y de principales indicadores favorables al buen manejo del gobierno para afrontar inflación externa y factores incontrolables, mediante subsidio a combustibles, estímulo al agro, apoyo a sectores más vulnerables y otras acciones puntuales.

Sobre las obras de infraestructura pública, enfatizó en el transporte de pasajeros con proyectos en ejecución en Santo Domingo y Santiago así como la conectividad vial y avances en remodelaciones y ampliaciones de centros hospitalarios, con apego a honestidad en el gasto y comparaciones ventajosas.

Su afán por la reforma de la Policía, en desarrollo, lo ratificó al resaltar los tres ejes de la transformación de la institución, aportó cifras de reducción de la incidencia delictiva y citó como punta de lanza de ese proceso, que no concluye de la noche a la mañana, la educación y el mejoramiento del policía.

Valorar en conjunto el discurso, de más de 150 minutos, dependerá del cristal político con que se mire, aunque desde la perspectiva de análisis crítico se concluya que cumplió el mandato constitucional, estimuló el pueblo al insuflarle optimismo, tocó la sensibilidad patriótica y presentó datos concretos.