La educación plantea un enorme desafío, para una labor tan difícil como educar. El mundo resulta, extraño y desconocido. Vivimos cada vez, un mayor estrés y menos calidad de tiempo para nuestros hijos.
La humanidad está en crisis.
El nuevo escenario de la globalización tiene múltiples opciones. Complicaciones sociales, económicas y culturales que hay que tomar en cuenta al momento de hacer planes con la educación de nuestros hijos. Se necesita planificar bien, con el tormento de que esto tampoco funcione. El vertiginoso proceso de desarrollo en las nuevas tecnologías y sus repercusiones en la educación, ha originado una convocatoria de los organismos internacionales a la reflexión y búsqueda de soluciones de cara al futuro.
El mundo está en peligro. Nuestra civilización no va por buen camino; la maldad normalmente institucionalizada es prepotente y evoluciona con tal normalidad, que el individuo cierra excesiva y obsesionadamente lo único que tiene sentido para el: el dinero y su desenfrenada carrera por llegar a los límites de su realidad mercantil.
Estamos viviendo una esquizofrenia total. Sabemos de todo y no sabemos nada. Creamos o no. Lo que existe es real. ¿Qué es esta realidad? Aprender la necesidad de la alfabetización emocional, que es, ver dentro de si, auto control, auto dominio, auto observación. Si, esa autoconciencia que impide estacionarse en la superficie de las apariencias cuyo único nombre es espiritualidad.
Un análisis a fondo de esta realidad nos ayuda a dar respuesta a muchas preguntas que ha desconcertado a las familias. Toda persona tiene derecho a la educación, la educación no puede ser un instrumento de especulación comercial, al menos en lo concerniente a la instrucción elemental y fundamental, que facilite la comprensión, la tolerancia y amistad entre todas las naciones y todos los grupos étnicos o religiosos.