Que en pleno siglo XXI los niños dominicanos tengan que recolectar basura para obtener útiles escolares es una afrenta contra la dignidad humana y un reflejo brutal del fracaso de las políticas públicas. Lo que la alcaldía del Distrito Nacional presentó como una “gran iniciativa ambiental” es en realidad la exhibición más clara de la necesidad existencial de una sociedad en la que el derecho a la educación ha sido reducido a un trueque indigno.
Una madre con una funda del tamaño de un carro sobre la cabeza, caminando kilómetros para canjear plásticos por cuadernos y mochilas, no es un símbolo de conciencia ecológica: es la imagen viva de la humillación institucionalizada.
Cuando el derecho se convierte en mercancía. La verdadera educación no se construye en un mercado de trueques. Paulo Freire, pedagogo latinoamericano, lo dejó dicho con fuerza: “La educación verdadera es praxis, reflexión y acción del hombre sobre el mundo para transformarlo”.Transformar al niño en un recolector de basura para alcanzar lo que ya le pertenece por derecho no educa: degrada.
Byung-Chul Han advierte que la sociedad neoliberal actual disfraza la explotación bajo el lenguaje de la sostenibilidad y la participación. Eso es exactamente lo que sucede: se vende como “cuidado del medio ambiente” lo que en realidad es utilización de la miseria con fines propagandísticos.
¿Dónde están las autoridades responsables? ¿Dónde está el Ministerio de Educación, llamado a garantizar los útiles y no a convertirlos en premios de rifas políticas? ¿Dónde el Ministerio de Medio Ambiente, con campañas serias y sostenidas contra la contaminación, como sí ocurre en sociedades más avanzadas? En vez de respuestas estructurales, tenemos espectáculos mediáticos.
En vez de políticas de Estado, tenemos clientelismo degradante. El verdadero desafío De nada vale regalar mochilas ni computadoras si no se educa en valores críticos, si la escuela carece de condiciones dignas y si la sociedad enseña que para recibir lo justo hay que arrastrarse en la precariedad. Martha Nussbaum lo ha dicho con claridad: “Una sociedad que no educa a sus ciudadanos en la dignidad y la capacidad crítica está condenada a reproducir las desigualdades y la injusticia”.La educación no puede ser un trueque. La educación es un derecho .
Cuando un Estado degrada ese derecho a la lógica de intercambio, no está formando ciudadanos libres, está sembrando clientelismo desde la niñez. Y un pueblo educado en el clientelismo jamás será una sociedad justa, ni libre, ni verdaderamente democrática.
Puedes leer: Emmanuel Pimentel
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