Opinión Articulistas

Educar para no matar

Educar para no matar

Ante el auge de la delincuencia, el cri­men, la corrupción, el narcotráfico y el microtráfico en las principales ciu­dades de todo el país, el entonces pre­sidente Leonel Fernández decidió “pagar para no matar” a los jóvenes que cometían toda clase de crímenes y delitos a plena luz del día.

Éramos entonces el país que más “NI­NIS” (jóvenes que ni estudiaban, ni trabajaban) de la región tenía, entre un 27 y un 30 % aproximadamente. El presidente Fernández decidió “pagar para no matar”, creando el Programa Eventual Mínimo de Empleo (PEN­ME), que terminó siendo una estafa por más de mil 500 millones de pesos, por el cual fueron sometidos a la jus­ticia los principales funcionarios que manejaban el órgano oficial.

En los jóvenes de los barrios de las principales localidades del país se les pagaba con dinero en efectivo y en especies (marihuana, cocaína y crac, entre otras drogas, para mantenerlos calmados y no protestaran reclaman­do agua potable, energía eléctrica, es­cuelas, universidades, etc. (Pagar pa­ra no matar” a esos “revoltosos” que “valen menos que la bala que los ma­tan”, como dijera el escritor uruguayo Eduardo Galeano.

El gobierno del presidente Luís Abi­nader no cree que haya que matar a ningún ciudadano acorralado en los grandes cinturones de miseria de los sectores populares, que el dinero que se invierte en matarlos, es mejor in­vertirlos en ofrecerles oportunidades de estudios, empleos dignos, centros de formación y capacitación para que puedan vivir decentemente junto a sus padres, hermanos, hijos y amigos, sin avergonzarse y sin correr el riesgo de morir en un “intercambio de dis­paros” ni en un enfrentamiento en­tre bandas por el control de un punto de drogas.

En esos primeros años de los gobier­nos del PLD que encabezó Leonel Fernández, la República Dominica­na ocupaba el número 139 de 141 paí­ses en materia de corrupción, y el 120 de 141 en prevaricación, nepotismo, frotismo, (testaferros) y tráfico de in­fluencias. Nuestro país era uno de los más corruptos, de mayor impunidad y falta de transparencia del mundo, lo que mucha gente hoy parece haber ol­vidado. ¡Éramos una vergüenza mun­dial!

Pídanle al magistrado Jorge Subero Isa que le explique con detalles, sin ob­viar ningún detalle, que fue el “cres­pón negro” de su gestión al frente de la Suprema Corte de Justicia.

Los escándalos de corrupción se suce­dían uno detrás del otro, superándose a sí mismos uno detrás del otro, sin que en ningún caso la justicia tocara las puertas de los dirigentes del PLD ni de los funcionarios de sus gobiernos.