Las autoridades trabajan contra el reloj para iniciar este lunes el año escolar decenas de escuelas aun inhabilitadas por estragos causados por la tormenta Franklin o porque no concluyen accidentados proceso de construcción o reparación de edificaciones escolares.
Padres y tutores literalmente se rompen la cabeza para conciliar magros presupuestos con la urgencia de adquirir los cada día más costosos útiles escolares, incluidas familias cuyos hijos reciben docencia en colegios privados, donde no hay uniformidad con el sector público en el uso de material docente.
Con la decisión de iniciar mañana el calendario de docencia a nivel básico y pre universitario, cuando en muchos planteles aún se retiran escombros o se está a la espera de que las aguas se retiren de aulas y comunidades, las autoridades envían la señal de que la carga puede acomodarse en el camino.
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Se presume que el Ministerio de Educación tendría fecha cierta para iniciar la distribución en las escuelas públicas de textos escolares de forma impresa o digital, así como de otros útiles que prometió entregar a los alumnos.
La Dirección de Bienestar Estudiantil debería garantizar que desde mañana mismo se sirva el desayuno y almuerzo escolar a todos los estudiantes de tandas extendidas porque sería fatal que el año escolar comience con las cocinas cerradas.
Ojalá que las autoridades cumplan con la promesa de instituir una Policía Escolar bien entrenada con capacidad de controlar junto al personal docente toda expresión de violencia y mantener alejadas a bandas de delincuentes que atemorizan a los alumnos y promueven el caos en los planteles.
Son muchos los ruegos de la comunidad educativa para que la Asociación Dominicana de Profesores (ADP) cumpla con su promesa de no paralizar docencia y de realizar sus asambleas gremiales los días sábado y domingo, porque perder aun sea un día de clases debe asumirse como una desgracia.
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El ministro de Educación, Ángel Hernández, queda absolutamente advertido de que desde el inicio mañana del año escolar serán inválidas todas las excusas que se formulen para ocultar improvisación o negligencia, y que él y su equipo serán responsables de lo que suceda o deje de suceder en las escuelas públicas.
