Opinión

El Bulevar de la vida

El Bulevar de la vida

Pablo Mckinney

pablomckinney.com

El precio de vencer

en la gloria de perder

“… y uno es una isla desierta, un médano en el mar, un espejismo, empieza por abrir todas las puertas y termina a solas con sí mismo”. A. Cortés. Parábola de uno mismo.

Cuando en Occidente se mueren las utopías de inanición de fe, cuando la religión fracasa entre niños huérfanos de Dios y la María Magdalena, niños que lloran oliendo cemento, esperando al próximo cliente en las cuevas de Güibia. Y todo, mientras un sacerdote ríe impune en algún baño turco de Polonia. Y no se ha muerto.

Cuando la ideología ya no sirve para inspirar y guiar sino tan solo para matar en donde quiera, ay.

 

Cuando la familia ya no es “la familia” sino otra cosa a la que los sociólogos han puesto un nombre rarísimo.

 

Cuando “reincidir en la esperanza” es más difícil que robarle un beso a una abogada vestida de “fucsia”, según Sócrates McKinney, visitando el Centro León, ay, don José, que en el Centro no me han investigado nada, dígale algo a Rafael Emilio que él lo escucha como un padre.

 

Si cada día las actuaciones de los liberales y progresistas nacionales niegan su esencia, y son conservadores de Opus Dei, pero agravados por el elemento de la simulación, la ceguera y el aloque full.

 

En un país donde casi todos tenemos un querido amigo, corrupto pero solidario como un San Martín de Porres con cuartos; cuando todos tenemos un fraterno pana lavador de activos de revista social y Yulendis de envidia, cuando por tener, todos tenemos hasta un amigo político pero a lo Atila, porque desde hace 35 años por toda oficina pública o privada que ha pasado ha dejado su huella indeleble de latrocinio impune.

En un jodido país dónde el único pecado sin perdón es la pobreza, lo he dicho antes; donde la prostitución se celebra y aplaude siempre (y mucho) en páginas sociales y reportajes, pero al mismo tiempo se es cruel, cínico y brutal cuando de mis amigas de “la bolita del mundo” se trata; contra ellas, obreras santas del santo fornicio, que les sirven hasta a los alistados de la PN que le “echan cubos”. Ellas, que hacen lo mismo que las demás de resort, calendario y hoteles 5 estrellas, y además con mucho mejor técnica y ritmo que una sexóloga especializada en la UASD, según me cuentan. Ahora comprendo porque el abuelo Pablo siempre me dijo que por la boca entra el amor y el gusto.

 

En un país donde un diputado “invierte” 30 millones de pesos para ganar su curul, y un partido debe invertir algo más que tres mil millones de pesos para alcanzar el poder… en un país así, de cuál ley de partidos estamos hablando, de cuál modificación del código electoral me habla usted, de cuál lucha contra cuál corrupción.

 

Desde Lilís hasta ayer hay una rueda que rueda y rueda y no para de rodar. Duarte, inmaculado, Espaillat y Bosch en su utopía ética y con su propia vida y su ejemplo trataron de detenerla y las grandes masas nacionales (electoralmente) les dieron la espalda.

 

A quien corresponda le digo: Cuando los otros son el infierno, ¡Cuidado! no significa que nosotros seamos el paraíso. (Por amar su libertad, se quedo solo, y al llegar al final todos reconocieron que esa fue su única victoria) Facundo Ortiz y Cabral, de Mendoza, Baní.

El Nacional

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