Editorial

El ejemplo dominicano

El ejemplo dominicano

Por su capacidad de contagio, letalidad, aislamiento social, ausentismo laboral y daño a la economía, la pandemia del coronavirus debería impulsar un gran convite de solidaridad entre personas, familias, comunidades y regiones, pero en muchas partes del mundo se aplican recetas tintadas de racismo, xenofobia y otras formas de discriminación.
Se admite que cada país posee propias características sanitarias, poblacionales, geográficas, logísticas y recursos que condicionan sus propios diseños de contención de la COVID-19, pero aun así se resalta la ausencia de una efectiva cooperación internacional en la lucha contra ese virus que ha causado más de 210 mil muertes y más de tres millones 210 mil contagios a nivel mundial.
El mundo de hoy parece signado por la influencia de gobiernos o regímenes que impulsan formas de nacionalismo, neoliberalismo, corporativismo, xenofobia u otros tipos de modelos políticos excluyentes para los que poco importa lo que ocurre fuera de sus fronteras.
Organismos multilaterales como Naciones Unidas (ONU), Banco Mundial, bancos regionales, Fondo Monetario Internacional (FMI), disponen de recursos limitados para acudir en auxilio de países en desarrollo, agobiados por epidemias, guerras, o devastadores fenómenos naturales como sequías, monzones o ciclones.
En los últimos 30 años, guerras civiles o conflictos tribales en Somalia, Sudán, Chad, Nigeria entre otras naciones de África, han causado centenares de miles de muertos, además de miles que mueren a causa de hambruna, sin que ese drama llame la atención de Occidente.
Lo mismo puede decirse de Medio Oriente, donde en los últimos decenios millones de seres humanos han muerto durante interminables guerras promovidas por intereses supranacionales, con la secuela también de millones de familias desplazadas a causa de esos conflictos, pero esas tragedias que convulsionan Libia, Irak, Irán, Afganistán no parece llamara la atención de las grandes metrópolis..
El coronavirus es motivo hoy de preocupación mundial -duele decirlo- porque provoca miles de fallecimientos y millones de contagios en Europa y en Estados Unidos, un episodio distinto al oleaje de refugiados que intentan llegar por el mar Mediterráneo al viejo continente, y diferente al drama de los inmigrantes que buscan alcanzar el llamado sueño americano por la frontera sur, sobre la cual se pretende levantar una verja de más de tres mil kilómetros de extensión.
En la lucha contra el coronavirus, los dominicanos están compelidos a ofrecer al mundo el más elevado ejemplo de solidaridad, compasión y comprensión, sin incurrir en discriminación por razones de clase, color, religión, nacionalidad, sexo, edad o bandería política, porque aquí se siembra y se cosecha amor, compasión y dignidad.

El Nacional

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