Reportajes

El hospital San Nicolás de Bari y el Camino de Las Mercedes

El hospital San Nicolás de Bari y el Camino de Las Mercedes

La fisonomía urbana de la vieja ciudad de Santo Domingo en los albores de su existencia terminando el ciclo de un siglo que marcó el cambio de todo el mundo conocido. Desde todos los mapas marítimos que marcaban la ubicación de los mares y los continentes, pero la gráfica marcada en los mapas no podía reflejar los cambios profundos en los sistemas de vida para los habitantes del nuevo continente. Nuevo para aquellos estratos de civilización que trazaron la ruta que unió dos sistemas de vida cuyas historias no tenían nada en común.

Desde sus dioses, su filosofía de la vida, sus luchas internas para modificar fronteras, mediante el conocido proceso de la guerra, sus conocimientos en el odio y en el amor, se unirían en el espacio infinito con el enorme peso de unas civilizaciones definidas por sus logros y la sangre derramada para marcar sus pasos.

Nunca pensó el marino visionario, elegido por el destino, que al pisar la arena en aquella playa sin nombre y desconocida, herida simultaneamente por el báculo que sostenía una cruz y la espada sostenida por la ambición, elementos y símbolos de la razón, con la que se escribió las páginas de la historia de ese viejo mundo que rompió la distancia y unió dos continentes, que con estos símbolos se conquistarían las naciones del nuevo continente.

Iniciando el nuevo siglo, cambiando el prefijo numérico que marcó el descubrimiento de un nuevo mundo, podemos recordar el adagio de Goethe: «tienes mejor suerte América, que nuestro viejo continente, no tienes ruinas de castillos, ni basaltos. Tu vida late sin despertar lo íntimo en memorias inútiles y en disputas vanas…» «En efecto, he aquí una América cuya forma concreta no cabe en la conciencia europea»(Erwin Palm, 1955)»

Huellas europeas

La huella europea y su inicio de marcación de la ciudad de Santo Domingo. Hagamos un viaje en el tiempo y nos daremos cuenta que  donde nace el camino es con la llegada de carabelas que traían no sólo hombres sino también toda una nueva forma de vida, donde todo estaba definido.

Los propósitos con que se harían los edificios que albergarían funciones muchas veces desconocidas para las poblaciones de las islas, como el caso que era un hospital, tal vez un sitio mágico donde los brujos sanaban los males, donde se hacían invocaciones  a los dioses y pociones mágicas cerraban las heridas.

 Bajo este predicamento se anuncia y se comienza la construcción del hospital San Nicolás de Bari.

 Venía del viejo continente la tradición y evolución de un sitio donde se unía la religión con los tratamientos a las enfermedades.

Por igual  se diseñaban las camas para los enfermos y los espacios religiosos para celebrar los cultos propios de la teología católica.

Incidir en un terreno virgen totalmente diferente a la cultura y tradiciones del viejo continente, pero con siglos de evolución en caminos diferentes que han formado civilizaciones, que han alcanzado esquemas de valores, representaba un choque cultural que se manifestaría en «la ciudad ibérica de ultramar, no coincidente con la acostumbrada experiencia de la ciudad europea.

 Se equivoca quien admitiendo los necesarios reajustes locales, allende del mar, la sensación recuperada de ciudad, le permita definir su lugar en las tangibles realidad del tiempo»(Palm,1949).

El tiempo como factor lo desorienta, porque el monumento marca un tiempo que no es de suelo americano, en el cual se apoya y el cual no pertenece.

He aquí uno de los dilemas fundamentales por el cual los monumentos construidos en la Española (Santo Domingo) no crean tradición y permanecen como ejemplos aislados en el tiempo.

He aquí una de las razones fundamentales que marca todas las manifestaciones del arte colonial. para el artista americano, no tiene obligación alguna con el monumento, sus raíces les son extrañas.

Bajo estos signos, el arte del viejo continente se enfrenta a una tremenda realidad del imperio.

En la necesidad de unificar los inmensos territorios conquistados, se ve forzado a dotar a estos de una nueva expresión, de un lenguaje que vincule para siempre los territorios de ultramar a la metrópoli, tratando de crear una visión común.

 Para diseñar la planta del futuro hospital San Nicolás de Bari, (1533-1552), nos remontamos a los perfiles de plantas cruciformes de la época de los reyes católicos (ejecutadas a raíz del decreto de unificación de los hospitales de 1499), cuyo constructor lo fue  Antonio Defilarete,  quien construyó el hospital Mayor de Milán.

Este personaje  escribió un tratado de gran importancia que marcó normas que estuvieron vigentes por largo tiempo. De este tratado existe una copia en la Biblioteca Provincial de Valencia. Hay variantes como planta en T de no mucha difusión.

El esquema escogido para el hospital de San Nicolás fue el cruciforme, con cuatro patios autónomos, rodeados por sus dependencias.

El hospital de Santo Domingo presentaba un esquema confuso, dado que los brazos transversales de la cruz fueron recortados tal vez por motivos económicos.

Una de las características del hospital era que en lugar de una nave tenía tres, que no era más que un recuerdo del tipo basilical de hospital de la edad media.

Originalmente, en el caso del hospital de Valencia, las divisiones entre las naves se hicieron con columnas, y en el caso del hospital de Santo Domingo, la separación se realizó por muros para poder soportar un segundo piso y también previendo los frecuentes sismos de la isla.

La terminación de la nave central fue hecha en piedra exquisitamente trabajada, lo cual no sucedió con el resto de la obra.

La ubicación de la obra fue escogida a un lado del camino de las Mercedes. A esto se debe su nombre a la unión de la calle Las Damas con el convento mercedario.

Para la construcción del hospital sólo tenía condiciones el borde sur del camino, tomando como límite  hacia el sur todo el espacio que fuera necesario, ya que no existía ninguna delimitación vial.

La obra cumplió su cometido durante largo tiempo, no sólo para los vecinos sino también para españoles que venían de la campaña de conquista de América.

Dicho hospital fue el primero en América.

 Nota

El artículo anterior sobre los espacios urbanos es de la exclusiva autoría del arquitecto Omar Rancier.

El Nacional

Es la voz de los que no tienen voz y representa los intereses de aquellos que aportan y trabajan por edificar una gran nación