Opinión

El juramento de Danilo

El juramento de Danilo

A partir de la caída de la tiranía, hemos tenido básicamente dos tipos de presidentes. Los que han gobernado, respetando la Constitución sobre la cual prestaron su juramento presidencial; y los que, desde el poder, lo han ejercido para retorcer las instituciones para su propio beneficio, incluyendo extenderse en sus mandatos, modificando la Constitución. El presidente Danilo Medina, que había jurado solo gobernar por cuatro años, y que luego de “tragarse un tiburón descompuesto” (son sus propias palabras), impuso la reelección, una vez más.

Por ello, cuando en el acto del pasado domingo, volvió a jurar que sería la última vez que se presentaría como candidato, su palabra ya estaba en el suelo. Los rostros de sus propios compañeros de partido, unos muy serios, y otros, muy tristes, eran el reflejo de la estocada profunda a la democracia dominicana, y por supuesto, a la de su propio partido. Con ese acto, se cercenaron las expectativas de las nuevas generaciones de lograr posiciones electivas en 2016.

En su discurso, Medina lanzó ataques a quienes le criticamos, por afirmar que en diez años consecutivos se ha retrocedido a nivel económico e institucional, una década perdida y manchada por la corrupción, plenamente comprobada por la propia Cámara de Cuentas, y con tasas de desigualdad, desempleo y violencia, reveladas por sendos informes del PNUD y Banco Mundial, así como por análisis de publicaciones prestigiosas como The Economist.

Los datos están ahí, y son evidentes: el PLD es agente del retroceso, del descalabro y la corrupción, todos males que comprometen el futuro y el presente, y peor aún, desvían cuantiosos recursos de un país pobre como el nuestro que requiere de fuertes inversiones en educación, salud, empleo y seguridad, pilares básicos para una calidad de vida digna, a la que más de la mitad de los dominicanos están ajenos.

La inseguridad está lejos de ser resuelta. Muy por el contrario, cada día empeora una realidad que nos golpea a todos. Salimos a la calle con miedo, desprotegidos por todos los flancos, amenazados por la delincuencia y su complicidad con una parte importante de los miembros de la Policía Nacional e incluso de las Fuerzas Armadas. En tanto, en Palacio Nacional hablan de reducciones espectaculares de delincuencia que ni ellos mismos podrán creer en un 100%.

Esto permite concluir que no somos nosotros sino el PLD el que parece vivir en otro país. Basta con salir a la calle para ver el hastío de la población, el miedo en su mirada y la desesperanza en sus pasos. Por eso creo con firmeza en Luis Abinader, quien es la nueva cara del cambio, quien recuperará la democracia secuestrada.

El Nacional

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