¿Qué Pasa?

El lado bueno

El lado bueno

Juntos… a pesar de todo
Su hija estaba en cama luego de una operación en la que por poco pierde la vida, y sus pocas palabras al recuperar el conocimiento, fueron para preguntar por él.

Talvez ella como madre quería que esa débil mirada que apenas culminaba el efecto de una anestesia, tuviera solo la atención en ella, que había estado allí desde que la ingresaron al quirófano, y que se mantuvo esperando más de cuatro horas, hasta que la sacaron.

Pero no fue así. Y la madre, en la salita de espera, arrugaba la cara, mientras recostaba su cuerpo en el mueble y parecía pelear sola, quejarse en sus adentros, porque la realidad del momento no era de su gusto.

Poco a poco su cabeza fue cayendo en aquel mueble, hasta quedar de lado. Cuando sus ojos comenzaron a cerrar en busca de un poco de descanso de las largas horas de angustia y espera, la cara de una enfermera salió desde la puerta, la miró y le dijo: “su hija llama a su novio, no ha llegado”.

Se fue el sueño y la paz, la señora se sentó y le respondió ya colmada de rabia, que ese burro ni había venido. Cuando en realidad ya había contestado más de cinco llamadas de él, que estaba de camino. De su boca salieron muchas palabras ofensivas para aquel hombre que su hija llamaba con afán, era el burro, el estúpido y el sinvergüenza, que no estaba allí a tiempo y ahora venía muy suave a hacer el papel de buena gente.

Todos en la sala esperábamos la llegada de aquel novio, que luego de confirmar que estaba en la clínica equivocada, y después en el edificio errado, salió del ascensor con una sonrisa, besó a su suegra y se sentó a su lado, preguntándole si había comido.

Todos los ojos estaban puestos en él, queriendo buscarle el lado malo que la madre pareció detectarle, pero solo se veía un hombre demasiado simple, con aires de poca inteligencia y que se manifestaba preocupado por su novia.

Pocos minutos después avisaron que llevarían la paciente a una habitación, y él de inmediato cargó las maletas que estaban al lado de su suegra, y la tomó de la mano con cariño mientras le decía: venga mami, yo llevo eso. Mientras unos ojos grandes que parecían querer clavarlo, le devolvían una negativa.

El no soltó las maletas, mientras la señora, conforme pero en resabio, no tuvo más alternativa que seguirlo. Y ahí iban, destinados a estar juntos, a pesar de todo.