Editorial

El nuevo mundo

El nuevo mundo

El coronavirus fue identificado en diciembre de 2019 en Wuhan, China, como un tipo de neumonía de origen desconocido y cuatro meses después, el 11 de marzo, fue declarado como pandemia por la Organización Mundial de la Salud (OMS), que lacera a una humanidad endeble e indefensa ante ese mal infeccioso.
Las armas nucleares, algunas con capacidades para destruir la vida en el planeta, ni los inventos de alta tecnología que han convertido al mundo en una aldea global, sirven para contener una epidemia que hasta el día ha contagiado 4 millones 369,410 personas y causado la muerte de 297,569.
Durante el siglo XX y los primeros decenios del XXI, la población mundial ha padecido pandemias y pestes que han causado decenas de millones de muertes, como la gripe española (1918-1919), la gripe asiática, gripe de Hong Kong, ébola, cólera y el sida, pero ninguna ha tenido tan devastadores efectos sobre la economía mundial, como la covid-19
Muchas epidemias se han asentado sobre regiones pobres o vulnerables como África, Latinoamérica y el sudeste asiático donde cólera, viruela y ébola causaron estragos, pero el coronavirus se ha paseado impunemente por China, Estados Unidos, Francia, Alemania, Reino Unido, España, Italia y otras naciones del primer mundo.
El coronavirus contagia y mata por igual a ricos y pobres y destruye con el mismo ímpetu las economías de naciones desarrolladas como las de países en vía de desarrollo, aunque igual que el cólera, ébola, tan asociadas con la pobreza, el virus se combate con agua y jabón.
Líderes como Donald Trump, Vladimir Putin, Jair Bolsonaro, Boris Johnson han pretendido desafiar o ignorar el poder devastador del coronavirus, lo que motivó que Estados Unidos, Rusia y Reino Unido se convirtieran en epicentro de la pandemia, con casi la mitad de todas las muertes y contagios reportados a nivel mundial.
Llama la atención que esa epidemia obligó a cerrar todas las iglesias, conventos y mezquitas; estadios deportivos, teatros, cines, museos, hoteles, restaurantes, industrias e impide el saludo o el abrazo, además de literalmente encerrar por meses dentro de cuatro paredes a más de media humanidad.
El viejo mundo agoniza desde el 31 de diciembre de 2019, cuando fue herido de muerte por el coronavirus, por lo que la humanidad se prepara para dar advenimiento a una nueva realidad llamada a ser escenario y cobijo de un nuevo mundo revestido de humildad y solidaridad, en vez de la soberbia y el egoísmo que caracterizan al actual.

El Nacional

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