Opinión

El Papa en Bolivia

El Papa  en Bolivia

El discurso del Papa Francisco en Santa Cruz-Bolivia tiene la virtud de vibrar con los movimientos sociales en lucha, de sumar al tema ecológico-social otros temas cardinales para el destino de las pobrecías excluidas y de la humanidad oprimida; para reforzar el cuestionamiento sistema global y optar por el cambio.

De entrada el Papa confesó haber sentido algo “muy lindo” en ese y en el encuentro en Roma: “fraternidad, garra, entrega, sed de justicia”, motivándolo a insistir en la cultura de los encuentros, la unidad y la lucha.
Exige convivir con los/as que sufren para ser conmovidos/as por sus realidades.

Define a los pueblos empobrecidos como los protagonistas del cambio y los convoca a la autoestima, estimulando la confianza en que pueden hacer mucho en esa dirección, exhortándolo no solo la luchar por la reivindicación de sus derechos, sino también “a construir una alternativa humana a la globalización excluyente”.

Entiende que estamos frente a un “sistema adverso”, subrayando siempre que el “capital arruina las sociedades”, comparando la ambición del dinero que gobierna y el capital idolatrado con el “estiércol del diablo”.

Se apoya en la idea de que el mundo “no anda bien” para plantear la “necesidad del cambio” relacionado con los problemas generados por la globalización de la exclusión; comenzando por unir voces a favor de las tres T: “tierra, techo y trabajo”, elevándolo a “derechos sagrados” y planteando la “necesidad de devolverle al pueblo lo que le pertenece”.

“Cambio real”, insiste el Papa, referido a la descolonización vieja y nueva (transnacionales, TLCs, usura financiera, alienación mediática, colonialismo ideológico, programas de austeridad, intervenciones, deuda ecológica y social, violencia imperial y tercera guerra global por pedazos…); cambio referido a soberanía, cooperación y unidad como Patria Grande, a unión entre la paz y la justicia, a economía al servicio de los pueblos (humana, comunitaria y solidaria), a defensa de la Madre Tierra, a respeto a la diversidad cultural…

Toma de la realidad boliviana la idea del “cambio como proceso” para insistir en la transformación humana que evite el estancamiento y la burocratización. Nos habla, entonces, de “generar procesos” y no simplemente “ocupar espacios”.
Tales consideraciones y orientaciones refuerzan -más allá de diferencias en otros puntos cardinales- coincidencias trascendentes destinadas a defender la “madre bella que nos acoge”, impulsar las luchas y los cambios para transformar este orden mundial opresivo y cruel, asumiendo “el clamor de la Tierra y el clamor de los/as pobres”.

El Nacional

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