El estrepitoso descenso del precio petróleo ha creado muchas expectativas en la población que debido a la tristemente célebre campaña del “si bajan, bajan y si suben, suben”, está aguardando con ansiedad una caída similar en el precio de los combustibles. Ayer la Secretaría Nacional de Economía del PRM acusó al Gobierno de estar cobrando un sobreprecio luego de un análisis comparativo entre el 2008 y el 2015 pero lamentablemente ese ejercicio no es muy útil para el objetivo de transparentar los precios de los combustibles, algo que no solo es interés para la población sino que debería serlo para un Estado que debe aspirar a preservar su credibilidad.
El PRM afirmó correctamente que el Estado dominicano ha estado usando los precios que se reportan en la Platts US Marketscan para fijar los precios, y no el West Texas Intermediate como ordena la Ley de Hidrocarburos.
Esto refleja un defecto de fábrica en la ley ya que La Refinería Dominicana de Petróleo no tiene la capacidad para refinar todo el petróleo que demanda el país, por lo que la inmensa mayoría de los combustibles que consumimos es importado como producto terminado, no teniendo sentido referenciar el valor de estos con algo que ni siquiera representa un porcentaje significativo de lo que importamos.
Inexplicablemente, luego de referenciar la verdadera fuente del precio de los combustibles en el país en su comunicado, el PRM la ignora y se dedica a hacer comparaciones incompletas usando una fuente que ellos mismos afirmaron que no se usa. Es razonable esperar que un partido en la oposición tienda a abordar las cosas desde un ángulo que luzca desfavorable para el partido en el gobierno, pero para ello no es necesario torcer la realidad a los extremos.
En la última semana de diciembre del 2008 el petróleo se cotizó en USD$41.12, sin embargo la tasa de cambio en ese entonces estaba en RD$35.50 por dólar, mientras que hoy este ya excede los RD$45 (una variación de casi 27%). Adicionalmente, no es enteramente cierto que los precios del petróleo sean un indicador con “retrasos” de los precios de los combustibles, el RBOB, que es la gasolina sin plomo con entrega en el Puerto de New York, en diciembre 2008 se llegó a cotizar a USD$1.11 por galón, en el día de ayer esta cerró en USD$1.44.
La queja de los dominicanos por la lentitud en que se reflejan las bajas en la gasolina no es única a nosotros, y de hecho se puede ver alrededor del mundo; esto se debe a que si bien la producción mundial de petróleo ha aumentado de forma significativa, la capacidad de refinación se ha mantenido relativamente estancada. A todo este embrollo de los precios se adicionan las variaciones en los impuestos a los combustibles en las reformas fiscales que hemos padecido desde el 2008.
Hay muchas cosas criticables en la forma que se maneja el tema de los combustibles en nuestro país: no hay voluntad política para modificar la Ley de Hidrocarburos para que esta se ajuste a la realidad, el Estado es muy dependiente de los impuestos que cobra a los combustibles por lo que no tiene incentivo a la transparencia, el subsidio a los combustibles subsisten indistintamente de la realidad en los precios, el control de precios en sí hace más daño que bien tanto al Estado como a los consumidores, entre otras cosas. Lamentablemente el discurso político está demasiado lejos, como para estas cosas se aborden.