El Partido Revolucionario Moderno (PRM) ha tocado muy bien su música. Todos los compases le han salido “al pie de la letra” como se dice en el común de la población. Su rítmica entonación ha sabido conectar con el grueso poblacional que a grito pide la continuación del cambio que en la boleta presidencial sustenta el Presidente Luis Abinader.

Ahora bien, y esto es digno de analizar: ¿Está la oposición unificada en torno a un discurso que sume adeptos en contra de las actuales autoridades gubernamentales?, ¿Cuenta la oposición con las herramientas necesarias para convencer al electorado de que sus propuestas son las mejores? ¿Está la oposición agrupada en torno al concepto de sacar del poder el 16 de agosto a un PRM que cada día que pasa más se robustece?, pienso que no.

Más bien, la oposición ha estado jugando el juego que sus contrarios (los oficialistas) les han ofertado sobre la mesa. Estos bailan la música que los estrategas del PRM han colocado para mantenerlos atentos a cuanto estos han querido que se diga.

No pasa un solo día sin que los medios de comunicación o las diversas plataformas digitales traigan en sus paletas informativas las cartas de renuncias, las cuales de la reflexión que muchos aludían al principio de esta pandémica era política, ahora y por cortesía solo expresan cálidos saludos para demostrar ciertas dosis educativas.

Como dijéramos en nuestro artículo anterior en este medio, la lucha tanto de los peledeistas como de los fupistas, no es para derribar al PRM y su candidato Abinader, sino más bien para derribarse entre ellos y reiteramos, posicionarse en el acariciado segundo lugar para ver qué pasa a partir de ahí por la carrera del 28.