En 1983, se reunió en mi casa un grupo de jóvenes escritoras: Mayra Alemán, Miriam Ventura, Dulce Ureña, Carmen Sánchez, Carmen Imbert, Sabrina Román, Xiomara Fortuna y quien esto escribe, para crear el Círculo de Mujeres Poetas.
Curiosamente, lo conformábamos tres huérfanas reales (Sabrina, Carmen Imbert y yo), y un grupo de huérfanas de padres vivos, porque la paternidad, como sabemos, es la amorosa crianza de los hijos.
Yo acababa de retornar al país, después de doce años de ausencia y desconocía que dos de las integrantes habitaban un mismo edificio y que el Círculo era el primer espacio en que coincidían. Esta situación se evidenció cuando Sabrina leyó un poema para su padre Pupo Román y se puso a llorar, y Carmen Imbert salió abruptamente del salón, ella también al borde de las lágrimas.
De haber sabido ambas que fue Ramfis Trujillo quien ordenó el asesinato de Segundo Imbert y que Tunti Sánchez había sido el encargado de ejecutar esa orden, como más tarde se lo informara el historiador Rodríguez Demorizi, a la madre de Sabrina, y ala propia poeta Sabrina, esas lágrimas y posterior desencuentro se habrían evitado.
Es en el Circulo donde comienzo a familiarizarme con la odisea de Pupo Román, padre de Sabrina y de lo que Sabrina ya intuía había sucedido, algo que le urgí recopilara y diera a conocer, hace 33 años, desde su peculiar sensibilidad como hija y poeta, tarea que para Sabrina implicaba no solo perfeccionar su oficio de escritora, sino despojarse de las terribles tristezas y atroces angustias, que la habían convertido quizás en la más triste de todas las poetas del otrora Circulo de Mujeres Poetas, y quizás la más querida.
Por eso, cuando Sabrina me llamó para contarme que ¡33 años después! Había concluido la batalla con su cuerpo y su alma para escribir las memorias de su padre, de su familia y de su infancia, que se llama “Nuestras Lágrimas Saben a Mar”, y cito:
“Me daba miedo revivir aquella feroz tormenta y que la misma pudiera írseme de las manos, como acostumbraba a suceder al abordar el tema de mi padre la caída de la dictadura de Trujillo, desde la perspectiva del entorno familiar de los RománFernández y los García Trujillo”, se me saltaron las lágrimas.
Es por eso que aprovecho esta columna para invitarles a la puesta en circulación de las Memorias,el día 14 de los corrientes, a las siete y media de la noche en el Salón SaloméUreña, del Banco Central, para que ninguna poeta transite los vericuetos de una Ciudad primada, buscando con afán alguna huella del perdido primer amor de su infancia.