Una voz por la vida
He prestado mi voz y la imagen de persona pública a la noble causa de concientizar a mis iguales, los varones, para preservar la vida de la mujer. Los seres humanos todos debemos respetar la integridad de esa dadora de vida, legado que le otorga la naturaleza humana a la mujer. La campaña que inician varias organizaciones feministas y sociales es un buen ejemplo para poner un alto a la incidencia cada vez mayor de los feminicidios y agresiones.
El hecho de que personas conocidas y de una gran trayectoria social y comunicacional sean los portavoces de este urgente llamado a preservar la vida es un signo de aliento y esperanza.
Esto es solo una voz de alerta a las instituciones del Estado que se muestran de rodillas ante una situación que causa decenas de víctimas cada mes dejando un impacto social negativo y familias desintegradas.
Una voz por la Vida de hecho ya tiene el respaldo solidario de propietarios de medios de comunicación y productores de programas de radio y televisión que ven como hay que ir creando cada vez más conciencia de por la integridad de la mujer.
Esta grave violación a los derechos humanos y su impacto pueden ser disminuidas, sabemos que es solución de largo alcance, pero se puede. No debe permitirse que se siga este drama y todos sigamos como si no pasara nada.
Es que el bienestar de las mujeres, su familia, la comunidad y el país tiene no puede dejarse manos de quienes ven en la agresión la única salida. Tras varias décadas de movilizaciones promovidas por la sociedad civil y los movimientos de mujeres, se ha conseguido incluir la erradicación de la violencia de género en las agendas nacionales e internacionales.
Pero cómo seguir mirando indiferentes que más mujeres sean ultimadas. Esta campaña y cualquier otra por venir es un granito de arena para abonar la semilla de la conciencia. Falta la atención del Estado a fin de que sea más proactivo en este propósito. Hay que evitar este drama. Las autoridades no hacen lo suficiente para prevenir la violencia, y cuando esta ocurre a menudo queda impune. Podemos cambiar eso.
Padre Bernardo
El pasado sábado acudí gustoso a la ceremonia religiosa de cambio de sacerdote en la parroquia San Isidro Labrador, en el municipio de Luperón. El sacerdote Bernando Vásquez tuvo la cortesía de solicitarme personalmente que le acompañara al acto y cumplí. Allí viví una gratificante experiencia, el sacerdote Lorenzo, el saliente, rindió un informe económico de cada centavo y de los bienes que posee la parroquia.
Es un buen ejercicio de transparencia. Por esto felicito a ambos sacerdotes, decirle a su comunidad en lo que invierten su diezmo es algo sano. El Padre Bernardo ocupa la misma por tercera vez y recibió una gran manifestación de cariño. No está solo.
Por: Santiago González Vanderlinder Gonzalezsan@gmail.com