No se trata de una simple cooperación. Es un valioso aporte a la salud y la tranquilidad la decisión anunciada por la Lidom de expulsar a los fanáticos desprovistos de mascarilla en los estadios.
No importa que para ingresar a las instalaciones tengan que estar provistos de la tarjeta de vacunación. La aglomeración constituye una fuente para la propagación de la covid.
Las emociones que concita el gran pasatiempo de los dominicanos hacen que se olviden los protocolos cuando se trata de un resultado o de una acción espectacular. Alienta que la Lidom cumpla con disposiciones como la limitación de los fanáticos en los campos y otras disposiciones.
Pero en las graderías algunas de las normas se dejan de lado, como el distanciamiento y el uso de la mascarilla, por lo que se debe estar atento. Más ahora que se está en una cuarta ola de la enfermedad que en el país ha cobrado la vida de más de cuatro mil personas y que en estos días ha observado un inquietante rebrote. Los estadios de pelota son lugares en que el virus se transmite a gran velocidad.
Se sabe que al flexibilizarse las restricciones la gente ha entendido que el problema ha pasado, lanzándose a la calle sin la menor prevención.
Si en los estadios no se han registrado casos resulta tranquilizante, pero saben las autoridades que la gente ha sido prácticamente obligada a vacunarse, lo que indica que no ha sido muy cooperadora en la lucha contra la enfermedad. Y ha sido así desde el primer momento.
