Por más vueltas y explicaciones que le intenten dar las autoridades a lo ocurrido en la Maternidad San Lorenzo de Los Mina donde se confirmó la muerte de 34 recién nacidos a causa de un supuesto “brote de infección” en el mes de febrero, el mismo no deja de constituir un escándalo inaceptable.

Lo que allí se revela es un soberano desprecio a la vida y dignidad humana, así como una vergonzosa e indignante falta respeto a todos aquellos que pagan sus impuestos, de parte de los encargados de gestionar uno de los principales centros de maternidad de la República Dominicana.

La sociedad no puede seguir andando así, los que gobiernan no pueden entender que pueden continuar engañando de manera descarada y permanente con argumentos demagógicos y engañosos.

La politiquería, los pactos de silencio, mancuernas y complicidades, entre la clase médica, los gobiernos de turno y la rectoría sanitaria, debe desaparecer de una vez y por todas de nuestra presencia.

Esos neonatos que fallecen en esa maternidad y los que se proyectan nacer allí, son seres humanos, que merecen ser tratados con todas las garantías de derecho establecidas en nuestra Constitución.

Ya basta de desprecio, mentiras, manipulaciones, medias tintas, maquillajes de informaciones, ocultamiento de informaciones, mutilación de cifras, en esos centros especialidad y en los indicadores sanitarios del sistema de salud completo.

Aquí todo se sabe, es imposible pretender dar por cerrado un caso tan estremecedor con las explicaciones y medidas tomadas hasta el momento, eso sería un error del tamaño de la Catedral que un gobierno como actual el cual se encuentra montado en un discurso de transparencia y rendición de cuentas, no debe permitirse.

Lo dicho hasta el momento sobre el referido caso, tanto en los medios de investigación periodística, el vocerato sanitario gremial y oficial resulta insuficiente, poco convincente y arreglado.