Lo que más todavía tienen común España y América es el idioma, a pesar de las diferentes formas que por razones geográficas, históricas y culturales utilizan los hablantes. Sabido es que el español de la región no se caracteriza por su uniformidad, sino, igual que el de la madre patria, está matizado por esa diversidad lexical y de matices que fue tan bien estudiada por filólogos como el humanista Pedro Henríquez Ureña, quien ha vuelto a cobrar nombradía por el galardón instituido con su nombre otorgado por el Gobierno al Premio Nobel de Literatura, Mario Vargas Llosa. Si ha de resumirse, el español de América comprende el conjunto de variedades dialectales a partir del proceso de conquista y colonización de la región.
Pero en el plano político las diferencias son siderales. La crisis que vive España tras las elecciones del 20 de diciembre torna más visible que su principal vínculo con el continente es idiomático. Además de rastros ideológicos, del otro lado del Atlántico se ha verificado cierto decoro en la lucha por el poder que por estos lares hace mucho tiempo que se han perdido, si es que existieron en alguna ocasión. De existir alguna diferencia entre izquierdistas, liberales, conservadores y radicales es solo en el léxico, pero condicionado al lugar que se ocupe en ese momento en el ejercicio del poder.
En España, el Partido Popular (PP), que fue el más votado con 123 diputados y que todavía conserva el poder, rehuyó la opción de formar Gobierno por la negativa para respaldo de las dos fuerzas que le darían la mayoría que necesita. Son el Partido Socialista Obrero Español (PSOE), que quedó en la segunda posición con 90 escaños, y Podemos, 69. Solo Ciudadanos, que consiguió 40 bancas legislativas, ha expresado su respaldo a la formación en el poder, pero sus votos son insuficientes para superar el tranque. No es que no se haya negociado, como en el caso del PP que ha prometido reformas y compartir el poder con el PSOE, sino que por principios y razones ideológicas las iniciativas no han prosperado.
Pero los socialistas y Podemos tampoco han podido aterrizar en un pacto para, con el apoyo de otros grupos minoritarios asumir el poder. Es posible incluso que por la diferencia o la incapacidad para llegar acuerdos se tenga que convocar a nuevas elecciones con resultados que desde ya anticipan como muy similares a los del 20 de diciembre.
El cuadro político no se concibe ni por asomo en la región. Moros y cristianos se hubieran puesto de acuerdo desde el primer momento para repartirse el poder a la mejor conveniencia, puesto que por aquí la lucha no se sustenta en principios, sino en ambiciones. Y de ahí que ahora se haga más notorio que el principal vínculo de América con España esté dado por el idioma. Y solo por el idioma.