POR: Narciso Isa Conde
narsoisaconde@gmail.com
EL Congreso Norge Botello ha tenido la virtud de sacar a la superficie las similitudes entre las dos facciones que se disputan el control de una estructura electoralista-clientelista degradada, que conservando el nombre de Partido de la Liberación Dominicana-PLD, ha devenido en una compañía por acciones copada por prácticas mercantiles. Una de las facciones usó el dinero del Estado y a la sociedad en anteriores administraciones y la otra empleó a su favor la actual maquinaria gubernamental, sus enormes recursos y capacidad de soborno, chantaje y temor.
La primera lo hizo con desfachatez. La segunda con discreción. Estilos diferentes con la misma falta de escrúpulos. Esta vez el gobierno central y sus estructuras de alcance nacional le sirvieron a Danilo para aplastar a sus contrarios internos, como le sirven a Leonel las “altas y bajas cortes” para garantizarle a él y a los suyos impunidad; contando en casos recientes con el aval del Ministerio Público controlado por Danilo.
Los jerarcas del PLD, crearon un monstruo. Y ese monstruo obliga a unos y a otros a parecerse en lo peor. Las reglas de la mercantilización y gansterización política son las que rigen en su seno; y quienes las obvien, pierden toda posibilidad de dominar.
Ahora, Danilo, con más Estado que Leonel -por lo que significa controlar gobierno central y presupuesto nacional- lo derrotó. Antes fue Leonel el que se impuso.
Lo nuevo es el estallido de la descomposición interna, embarrando los dos bandos, arrinconando a los ni-ni y sacando a la superficie pugnas soterradas, agravándolas. El PLD lucía sólido (como Banínter), lejos de escenificar situaciones como la que exhibe el PRD. Su dictadura se mostraba consistente y disciplinada.
Pero era solo apariencia.
Su crisis, como la de los otros partidos de esta seudo-democracia, es sistémica-estructural y su destino no será muy distinto al del PRSC y PRD.
El PLD es un partido que dejó de serlo, que se balaguerizó, que se fundió con un Estado corrompido, que se neo-liberalizó, que aupó los diablos del individualismo, del clientelismo, y de la política como trampa y negocio… y eso se paga.
Varían grados y tiempos de esas crisis en cada uno, pero todos están en descomposición.
No le demos oxígeno a ninguno.
Es bueno que sucumban.
El reto es formar lo nuevo y diferente.

