Entre sus muchas secuelas, la pandemia del coronavirus ha sumido a gran parte de la humanidad en un dilatado estrés que se expresa en incremento de la violencia, criminalidad, crisis familiar, racismo, xenofobia, tráfico, uso y consumo de sustancias controladas, entre otras falencias.

Además de los factores de la pandemia y su grave afectación sobre la economía, la población dominicana ha estado sometida a la tensión que causa la suspensión de un proceso de votación y de tener que acudir a las urnas en el peor momento pandémico.

Han sido más de seis meses intensos desde el día cuando un turista italiano se convirtió en el primer portador de la covid-19 en el país, periodo durante el cual la población ha tenido que padecer de confinamiento domiciliario y cierre total o parcial del turismo, la industria, el comercio y los servicios.

Por culpa de esa pandemia se produjo la suspensión de contratos laborales en perjuicio de un millón 114 mil trabajadores formales y miles perdieron su forma de sustento y de su familia debido al cierre de pequeños y medianos negocios o emprendimientos.

Hubo momentos en que la propagación del coronavirus, la campaña electoral, la crisis económica y uno que otro huracán pugnaban por causar el mayor estrés a la población, que cada mañana era convocada a presenciar por televisión el contenido de muertos y contagiados.

El nuevo Gobierno se empeña en contrarrestar el estrés ciudadano con el mercadeo de noticias alentadoras a la economía y contener la pandemia, pero aun circula una fuerte dosis de pesimismo sobre la anatomía nacional, principalmente porque la nación se ha convertido en una cárcel de medio tiempo.

La apertura del nuevo año escolar, basado en enseñanza virtual, sorprende a alumnos, padres y maestros encerrados en cuarentena, obligados a salir a trabajar, pero sin saber cómo garantizar el proceso de aprendizaje de más de dos millones de estudiantes.

Gobierno y propia sociedad tendrán que procurar con urgencia remedios para controlar un estrés colectivo provocado por la pandemia y la crisis económica, pero que también es causa del auge o incremento de la delincuencia, violencia intrafamiliar, suicidios y de otros males sociales. Es un tema de salud mental.