En una extraña audiencia a la cual no fueron citados los abogados de los justiciables, antiguos jueces de la Segunda Cámara Penal de la Suprema Corte de Justicia revocaron una sentencia de descargo emitida por la Corte de Apelación de la provincia de Santo Domingo a favor del piloto Affe Gutiérrez Gil y su padre Rafael Gutiérrez Heredia, acusados de ocasionar la muerte de un menor.
A esa singular audiencia celebrada en fecha desconocida los prevenidos no pudieron contar con los medios de defensa que acuerda la Constitución de la República, según expusieron sus representantes, y también que tal fallo fuera dado a conocer con prioridad sobre más de diez mil expedientes faltos de conocimiento, sentencia o publicidad de la anterior Suprema Corte.
Esa sentencia, que se dice avalada por los jueces Edgar Hernández Mejía, Víctor José Castellanos y Hugo Alvarez Valencia, revoca la decisión de la Corte de Apelación que no encontró indicios precisos y concordantes que comprometieran la responsabilidad penal de los acusados, y dispuso que el caso fuera conocido por otro tribunal de igual rango.
Es preciso señalar que los señores Gutiérrez Gil y Gutiérrez Heredia estaban en libertad desde el 20 de abril de 2011, en virtud de sentencia judicial, aunque su viacrucis data de varios años, durante los cuales han debido luchar contra variadas formas de conculcación de sus derechos.
Aunque la sentencia de marras es herencia de la anterior Suprema Corte de Justicia no deja de llamar la atención que una decisión tan controversial se diera a conocer a pocos días de juramentados los nuevos incumbentes, en un expediente extraído dentro de un océano de papeles.
Lo más resaltante de tal retorno al fastidio jurídico lo constituye la denuncia de los abogados de Affe Gutiérrez y su padre, de que no fueron válidamente citados para exponer libremente los medios de pruebas que sirvieron de base a la sentencia absolutoria emitida por la Corte de la provincia de Santo Domingo.
Uno de los magistrados que firmó la sentencia de descargo a favor de los impetrantes, el doctor Hiroíto Reyes, fue ascendido por méritos propios a juez penal de la Suprema Corte, cuyos magistrados anteriores se dice que firmaron una decisión que casa dicho fallo porque los jueces de esa corte incurrieron en desacierto. ¿Qué más puede decirse?
Al retornar a su viejo viacrucis, el piloto Gutiérrez Gil y su progenitor tendrán que afrontar nuevos escollos procesales, cuya fuente única parece ser el discrimen y la retaliación jurídica que desnuda en cuerpo y alma a un Poder Judicial débil, influenciable y excluyente.

